Mitos en torno a Lutero
En relación al artículo Martín Lutero: mitos y realidades publicado el 23 de julio, me choca el afán de su autora para construir una enemistad entre la España “católica” y Lutero como “el precursor del nacionalismo alemán”. Dice que Lutero “comenzó provocando una guerra espantosa que se llamó la guerra de los campesinos”: parece que le resulta espantoso que los campesinos no quisieran seguir viviendo bajo el yugo de los príncipes. Ella reduce su gran país a una caricatura de la “España católica”, más bien reaccionaria, para la cual una sublevación de los pobres es “espantosa”. Que Lutero era antisemita, también hay que matizarlo. Lutero escribió frases monstruosas sobre los judíos. Pero no fue antisemita, porque no fue racista. Fue hostil a la religión, no a la “raza judía”, una invención de los antisemitas. No olvidemos además que los peores y más crueles pogromos empiezan con la primera cruzada en el siglo XI. “Lutero se convierte en el gran valedor de las oligarquías señoriales... El enquistamiento por la vía religiosa de estas oligarquías impidió la unificación de Alemania”. ¿Cómo? ¿Su tesis no es que Lutero es el teórico del nacionalismo alemán? La autora se tiene que decidir: o la teoría de Lutero impidió la unificación alemana, o alentó al nacionalismo. Y mi última puntualización: “Si Lutero rompió cadenas, había cadenas que romper”. Sí, efectivamente, había cadenas que romper, las de una Iglesia que impidió el pensamiento libre, que quemó a Giordano Bruno y que obligó a revocar sus teorías a Galileo Galilei.
Lutero no fue ni un santo ni un demócrata. Pero contribuyó a romper cadenas.— Thomas Hanke. París (Francia).
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