Rescates cuestionados
El FMI admite ahora los fallos del modelo de salvación financiera en Grecia, Portugal e Irlanda

Pocas dudas caben ya de que el modelo de rescates aplicado por la troika (Bruselas, FMI y BCE) en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal fue (y es) manifiestamente mejorable. Las críticas vertidas por el auditor del Fondo Monetario Internacional confirman algo que era evidente para cualquier observador externo de la crisis de deuda en Europa: la primera condición para garantizar la viabilidad de las inyecciones financieras en los países rescatados era que los acreedores sufrieran las correspondientes quitas, es decir, que aceptaran también ellos los costes de la refinanciación. Pero las autoridades europeas no se movieron del principio de que la deuda hay que pagarla y ello provocó retrasos en la conclusión de los ajustes exigidos y daños innecesarios en las sociedades afectadas.
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El auditor del Fondo expone una diferencia capital para entender la colisión de intereses entre los participantes de la troika: mientras la Comisión Europea defendía la supervivencia del euro y, por lo tanto, pretendía evitar los contagios bancarios, el FMI se olvidó de que su papel era defender la viabilidad del Estado sujeto a rescate; y esa viabilidad era imposible con condiciones onerosas de rescate.
Es probable que, a pesar de todo, y como sostiene la directora del Fondo, Christine Lagarde, los rescates no fueran procesos políticos dominados por la presión de Bruselas; o que, como también sostiene Lagarde, ”compraron tiempo” en una situación muy delicada para los países, el euro y las instituciones europeas. Pero el informe del auditor abre una nueva perspectiva para entender que los rescates financieros cometieron torpezas que en el futuro podrían evitarse. No es la menor una que no se menciona: el error descomunal en el cálculo de los multiplicadores para conocer cuál sería el efecto de los ajustes sobre el tejido económico. Varios países, como los rescatados o España, pagan hoy las consecuencias de tales errores.
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