Desmoralizar
La construcción europea representa el triunfo de la razón pragmática frente a la razón moral

Celebramos el Día de Europa desmoralizados. Europa está sumida en una doble crisis: una crisis de política exterior que proyecta un arco de conflictos en sus dos vecindades, oriental y sureña, y una crisis interior, con un arco paralelo de tensión que se bifurca para dañar la legitimidad tanto de los sistemas políticos nacionales como del propio sistema político europeo. Por separado, cualquiera de las dos crisis sería de gravedad. Pero juntas, interactúan para someter al proyecto europeo a una presión insoportable.
La primera crisis, exterior, es la consecuencia de no haber entendido lo ocurrido al mundo en la última década. En lugar de usar esa década para construir una política exterior y de seguridad que superara la fragmentación del poder europeo y permitiera hacer frente al inmenso desplazamiento de poder político y económico desde el viejo Occidente hacia fuera, los europeos se enfrascaron primero en mal resolver una crisis institucional y luego en mal gestionar una crisis económica. La segunda crisis, interior, es consecuencia de la incapacidad europea de resolver los fallos de diseño de la eurozona. En lugar de aprovechar la crisis para completar la unión monetaria con los elementos necesarios para asegurar su supervivencia, se adoptó, por parte de Alemania, pero también por otros, una posición moral que insistió en atribuir la crisis a la inferioridad de un Sur derrochador, no competitivo y falto de carácter para reformarse. Al vincular la crisis con la culpa y su solución a la redención, se bloquearon las reformas que hubieran permitido remontar el vuelo. No es de extrañar que sobre ese paciente ya debilitado la crisis de asilo y refugio haya provocado una infección populista, xenófoba y antieuropea.
La construcción europea representa el triunfo de la razón pragmática frente a la razón moral. Los padres fundadores pudieron proyectar un futuro por encima de la culpa de dos guerras mundiales y millones de muertos y negociar acuerdos que lograran encadenar pequeños pero importantes avances. Su éxito fue sustituir la moral de la culpa por una ética política basada en el respeto a las diferencias y la obligación del compromiso. Entonces hubo que desmoralizar para poder avanzar. Ahora hay que desmoralizar para no desmoralizarse. @jitorreblanca
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