Deja para mañana la maternidad


No pierdas el tiempo en la maternidad hoy, si puedes dejarlo para mañana. Y, sobre todo, si para tu empresa es mejor que lo postergues a ese mañana. Ser madre quita tiempo de trabajo, produce muchas preocupaciones y distrae. En definitiva, tener hijos es incompatible con ser una directiva joven y brillante. Para muchos este es el mensaje que subyace detrás de uno de los últimos programas de incentivos con los que algunas empresas estadounidenses buscan atraer el talento femenino: ofrecer a las empleadas costearles la vitrificación de sus óvulos; es decir, congelarlos para que, si lo desean, puedan retrasar con más garantías la maternidad.
Fueron algunas firmas de abogados estadounidenses quienes comenzaron a incluir esta oferta junto a otros beneficios, como dar cheques restaurante, seguro dental o descuentos para actividades culturales. Ahora, Facebook y Apple también lo han incluido entre los suyos. Lo leo y no puedo dejar de preguntarme si también ofrecen a sus empleados masculinos congelar esperma. O si han añadido a ese listado de ‘pros’ la posibilidad para ambos progenitores de un jugoso permiso de maternidad/paternidad; o, por qué no, el de cogerse jornada reducida o más atada a objetivos que a horarios. O un buen servicio de guardería. Al parecer, la respuesta a todas esas preguntas es no.
Y el novedoso incentivo, que podría ser genial en una sociedad distinta -más igualitaria, por supuesto-, desprende un tufillo machista que le quita el aura de innovación que rodea todo eso de la vitrificación. Y lo asemeja más a una de esas perlas sexistas y, por ende, anacrónicas a las que estamos más acostumbrados por aquí: aquello de no contrato mujeres en edad de procrear porque, claro, no ‘me’ rinden igual...
Pero tan innovadores en otros ámbitos, eso es lo que se les ha ocurrido a dos gigantes tecnológicos como Facebook o Apple para impulsar el talento femenino en un sector en el que el número de empleadas mujeres es muy escaso; y también el de directivas. No es cuestión de dinero: en Estados Unidos el proceso de congelación de óvulos puede costar unos 10.000 euros, más los alrededor de 500 al año que puede suponer el mantenimiento –en España son entre 2.000 y 3.000 euros por la vitrificación, según el centro y el proceso, y unos 600 por mantenimiento al año-. Está claro que tras hacer cuentas habrán deducido que una empleada talentosa –o una directiva- con todo que ofrecer y completamente centrada en su trabajo –de nuevo el mito de los niños y la reminiscencia de que es la mujer quien debe ocuparse de ellos, claro- vale muchísimo más que eso.
La propuesta, que ha suscitado una enorme polémica, también ha sido tema de conversación con un par de amigas que están en eso que a algunos les encanta llamar ‘edad de ser madres’. Las dos profesionales con días de larguísimas jornadas laborales. “¿Incentivo? Venga ya… Yo lo tomo más como una indirecta de que molan más las empleadas sin hijos… Pero qué queremos, ¿una sociedad con madres de 60 años?”, dice una. A la otra, que reitera que tiene pocas ganas de ser madre, la oferta también le suena machista. “Yo me vitrificaría mañana, nunca se sabe… Y si no me cuesta un duro, mejor; pero porque yo lo decida, no porque a mi empresa le venga bien que tenga hijos más mayorcita. Ese ‘regalito’ es en realidad una presión”, critica.
Está claro, la vitrificación no es conciliación -aunque la palabra, que casi siempre se asocia a lo femenino, no me agrada-. Lo sería si de verdad fuera un plus, un ingrediente más de elección que acompaña a políticas de igualdad. Pero en eso, como en la mayoría de los lugares, en el innovador valle del silicio innovan poco.
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