El vagón no cabe en el andén
Los responsables franceses del ferrocarril han encargado 2.000 vagones de tren más anchos que las estaciones por las que transitan

En la tradición cómica de aquel que vendió el coche para comprar gasolina, o de los que construyeron aeropuertos sin aviones (Castellón) y bibliotecas sin libros (Vila-real), los responsables franceses del ferrocarril han encargado 2.000 vagones de tren más anchos que las estaciones por las que transitan. Dos empresas públicas (la RFF, que se encarga de la red férrea, y la SNCF, responsable de los trenes) comparten el entuerto que la propia ministra de Transportes, Ségolène Royal, ha calificado de “decisión estúpida”. El coste de los trenes (15.000 millones de euros) indica más bien que la decisión es muy estúpida, pero enseguida han acudido los bomberos políticos a extinguir el incendio ferroviario. Jacques Rapoport, presidente de RFF, ha explicado que no se trata de un error, sino de un ambicioso proyecto para renovar las estaciones, por el módico coste de otros 50 millones. La ministra Royal no las tiene todas consigo. Ha pedido una investigación interna y se ha indignado con los dirigentes “que están encerrados en sus despachos parisienses sin contacto con la realidad”.
Frédéric Cuvillier, secretario de Estado de Transportes, ha preferido excusas más bíblicas. Arguye que la culpa la tiene la separación orgánica de los ferrocarriles franceses (una forma elegante de negar el plan de Rapoport), antes una empresa única, en RFF y SNCF; es decir, que la mano izquierda no supo lo que hacía la derecha (literal, porque el plan es de 2009). Los ciudadanos franceses bien pueden replicar que eso sucedió 17 años atrás y que han tenido tiempo de coordinarse. Pero a Cuvillier todavía le quedaba un culpable en la manga: los sindicatos se oponen a la reunificación de los hermanos separados, RFF y SNCF. Le faltó echar mano de las universalmente reconocidas evasivas españolas: “Nos equivocamos por bien poco” (unos 10 centímetros) y “no podemos estar en todo”.
Valls, primer ministro francés, lo ha resumido certeramente: “En Francia no hacemos política de austeridad como en España”. Por el contrario, el caso de los vagones demuestra que París acepta el desafío del FMI y se dispone a subir el gasto público para impulsar la economía del euro. Para que luego digan que Francia no es la locomotora de Europa.
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