Lugares que ver antes de hacerte viejo: Paraty (Brasil)


De ciudad minera a reducto de bohemios. Y de trata de esclavos a mercadeo de artesanías. Si como decía el escritor francés Olivier Rolin las ciudades están hechas de azares instruidos o más bien de desórdenes contrariados, las casualidades que llevaron a Paratya ser lo que hoy es hubieron de trazar un tortuoso sendero. Paraty es una de las joyas coloniales de Brasil.
Llamarle ciudad sería un tanto presuntuoso porque no es más grande que una cuadrícula de calles empedradas y casas de planta baja y vivos colores que a pie se recorre en un suspiro. Pero una vez más no hay que confundir tamaño con cantidad. En este pequeño pueblo perdido al final de una bahía transparente como un acuario, en medio de una costa cuyo verdor luminoso llega a hacer daño y en la que la foresta se apropia de los escarpes montañosos que caen a pico hasta el azul del Atlántico, se cocinó buena parte de la historia colonial de Brasil y desfiló con destino a Lisboa y a puertos de medio mundo una importante cantidad del oro y los minerales extraídos de las minas brasileñas.
Todo aquel trasiego de fortuna dejó hermosas mansiones, calles rectilíneas y adoquinadas con pes de moleque (una piedra grande e irregular), un buen número de iglesias y un conjunto de la mejor y más sencilla arquitectura colonial que le han convertido en el lugar favorito de veraneo para cariocas y paulistas.
Vistas desde el mar, la línea de casitas blancas impolutas de Paraty apenas levanta un palmo sobre la serenidad de la bahía. Sorprenden las texturas tropicales, el conjunto urbano inalterado desde el siglo XVIII, las palmeras estilizadas como pararrayos de madera, las torres de las iglesias con los ojos de sus campanarios como vigías de adobe, las montañas selváticas de un verde profundo cerrando el decorado.... Desde el mar, Paraty es en una de las imágenes más hermosas y menos comercializadas de Brasil.
En la década de los sesenta, detrás de las máquinas que abrieron el primer camino asfaltado, llegaron varios artistas, escritores y pintores en busca de ese paraíso soñado. Fueron ellos los que dieron otro empujón al azar y reconvirtieron Paraty en un lugar de moda entre la intelectualidad de Río y Sao Paulo, islote de bohemia para una élite cultural y alternativa, como pudo ser Ibiza en sus buenos tiempos y que duró lo que tardó en llegar el turismo de masas. Ellos fueron también quienes más se preocuparon por mantener el pueblo en su estado puro y evitar que los macro proyectos turísticos que ya empezaban a proliferar en otras zonas aledañas acabaran con su encanto colonial.
ConocerParaty implica conocer también su bahía. Dicen que hay 65 islas y 300 playas, pero cuando el viajero las recorre en un paseo en barca se le agolpan dando la sensación de que en vez de cientos son miles los arenales que se abren entre un boscaje casi selvático, al pie de islotes que son espejos de lujuria vegetal en los que uno podría quedarse a vivir como un robinsón una buena temporada.
Un paraíso colonial y natural a mitad de camino de las dos macro urbes más estresantes de Brasil, Sao Paulo y Río de Janeiro, que por uno de esos “azares instruidos” que escribía también Olivier Rolin, ha llegado sorprendentemente intacto hasta nuestros días.
CÓMO LLEGAR. Paraty está a 250 kilómetros al sur de Río de Janeiro y a 330 al norte de Sao Paulo. Desde la Estación Rodoviaria de Río parten a diario varios autobuses hasta Paraty. El viaje dura cuatro horas.
En estas dos webs encontraréis todo tipo de información práctica sobre Paraty:
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
