“La clave de la rebeldía no siempre está en ir hacia delante”

PREGUNTA: ¿Cómo se mueve una novelista principiante?

RESPUESTA: La clave es tener un buen agente, y yo tengo una muy buena. Lo bonito del libro es que antes de publicarse ya se vendió a las grandes editoriales internacionales. Eso surgió en la Feria del Libro de Fráncfort.

P: ¿Le abruma ese éxito?

R: Ha sido una sorpresa. Escribí la clase de historia que quería leer. Es algo tan inesperado que solo intento pensar en cómo encajarlo con mi trabajo y con mi vida.

P: Periodista económica y ahora escritora, ¿le gustan los retos?

R: Lo difícil es haber hecho las dos cosas a la vez, me ha exigido mucho trabajo, esfuerzo y horas de sueño.

P: ¿Fue una manera de ‘desintoxicarse’ de la crisis?

R: Tiene un punto de eso. Es la idea del libro: un pueblo que declara la guerra a la vida moderna. La clave de la rebeldía no siempre está en ir hacia delante, sino en parar y ver qué hemos perdido.

P: ¿Por qué ese salto a la ficción?

R: Hay algo muy especial en ella: la posibilidad de crear un mundo donde las reglas son tuyas y tienes la última palabra de lo que ocurre.

P: El libro habla de lecturas masculinas y femeninas, ¿existen?

R: Hoy sí. En el siglo XIX, a las grandes escritoras, sobre todo anglosajonas, las leían hombres y mujeres. Ahora es más complicado encontrarte a un hombre que haya leído Orgullo y prejuicio que hace 100 años.

P: ¿Por qué no tiene nombre el protagonista masculino?

R: Es un guiño a una novela de Elizabeth Von Arnim. Y también porque el libro está visto desde el punto de vista de la señorita Prim.

P: ¿Le gusta la idea de que cada lector imagine un final?

R: No está tan abierto… Lo malo y lo bueno de esto es que me preguntan por una segunda parte, pero ahora no pienso en eso.

P: ¿Ha cambiado su opinión sobre la piratería?

R: Como licenciada en Derecho siempre he defendido la propiedad intelectual. Pero con un libro publicado, mi preocupación sí ha cambiado.

P: ¿Mejor entrevistar o ser entrevistada?

R: Es mucho más sencillo preguntar. No pierdes el control de la conversación.