Lucía Herrera, presidenta de los decanos de Educación: “La idea de que Magisterio es poco exigente perdura, y eso hay que cambiarlo”
Las facultades para formar maestros han propuesto cambios de calado en las titulaciones para enseñar en infantil, primaria y secundaria


Lucía Herrera preside la Conferencia de Decanas y Decanos de Educación, entidad que reúne a los responsables académicos de 85 facultades españolas y que acaba de poner sobre la mesa sus propuestas para reformar las carreras de Magisterio y el máster para ser profesor de secundaria con el objetivo de adecuar la formación de los docentes a los nuevos tiempos y hacerla más exigente. Nacida hace 52 años en Quart de Poblet (Valencia), donde su padre estaba destinado como Guardia Civil, y criada en Jódar (Jaén), desde 2020 es decana de la Facultad de Educación de Melilla, que forma parte de la Universidad de Granada, y vive y trabaja en la ciudad autónoma.
Pregunta. ¿Por qué hace falta poner una prueba de acceso a Magisterio, con exámenes de lengua, matemáticas y competencias socioemocionales como el que proponen ustedes?
Respuesta. Los títulos de educación tienen una demanda enorme. Y no todos los que se matriculan, tienen el perfil para dedicarse a la docencia. Si queremos formar a buenos maestros y maestras, tenemos que seleccionar a aquellos con las aptitudes y actitudes adecuadas. Incluida la atención a la diversidad, el trabajo en equipo, o el pensamiento crítico y reflexivo. La evidencia de las universidades, dentro y fuera de España, que hacen pruebas de acceso ponen de manifiesto que, pese a disminuir la demanda, la nota de acceso se incrementa, y las personas seleccionadas muestran un mayor compromiso con la carrera. Las facultades, además, tenemos que formar, pero necesitamos tener un nivel de partida con el que trabajar, especialmente en lengua y matemáticas, que son las competencias instrumentales.
P. ¿Y por qué debería haber una prueba de acceso al máster para ser profesor de secundaria?
R. Por un lado, también deberíamos partir de un buen conocimiento de su disciplina, que sería una parte de la prueba. Y por otro, porque muchos no hacen el máster porque tengan vocación por la educación, sino como una segunda opción. El alumnado de secundaria está en la adolescencia, en pleno desarrollo de su personalidad, y el profesorado no solo tiene que dedicarse a trabajar su materia, sino atender a su desarrollo. No todo vale en educación. Necesitamos profesionales comprometidos con lo que se van a encontrar en el aula. Tenemos que seleccionar a los mejores para dedicarse a la educación.
P. Su idea es que la prueba las haga cada universidad. ¿No existe el riesgo que especialmente algunas privadas hagan una prueba muy fácil para no perder clientes?
R. Tendría que existir un acuerdo general y una normativa que se aplique a todas las universidades, públicas o privadas. Si no se establecen al menos unos mínimos con carácter nacional, corremos ese riesgo.

P. ¿Por qué hay que ampliar a cinco años la carrera de Magisterio y a dos el máster de secundaria?
R. En Infantil y Primaria se tienen que atender a muchas competencias generales. La nueva normativa universitaria indica, además, que las menciones [para ser maestro especialista de Inglés, Música, Educación Física...] tienen que aumentar de los 24 créditos actuales, que son muy pocos, a 48. Si además queremos incrementar la formación práctica, que es muy importante y debe estar mejor supervisada, todo ello implica un curso académico más. Y lo mismo sucede con el máster. Es algo en lo que todos los decanos y decanas estamos de acuerdo.
P. Magisterio fue históricamente una carrera de tres años, mientras para ser abogado hacían falta cinco años y para ser médico seis. ¿Qué dice eso de la mirada de España hacia la profesión docente?
R. La educación ha sido vista muchas veces como la Cenicienta. Y al mismo tiempo, cada vez se le han ido asignando más responsabilidades.
P. ¿Perdura la idea de Magisterio como carrera poco exigente?
R. Sí, perdura, y eso hay que cambiarlo. Apostar por la educación debe ser una cuestión de Estado.
P. Su propuesta para reformar la carrera para ser maestro de primaria ha sido aprobada con división en las facultades de Educación. Un sector considera que no se hace suficiente hincapié en el aprendizaje de conocimientos didácticos disciplinares como lengua, matemáticas o sociales.
R. Cuando decimos que necesitamos dotar de las competencias generales y específicas a un maestro o maestra de educación primaria, estamos apostando precisamente, también, por reforzar esa formación didáctico disciplinar, que quizás no sea la suficiente. De lo que se trata es: cuál es el perfil profesional que necesitamos, cuáles son las competencias, habilidades, y conocimientos que tienen que trabajarse, y cómo mejorar la formación práctica. Creo que la división ha venido de fuera, de determinadas asociaciones de didácticas específicas, no de todas, que querían ir en una dirección determinada. Pero en el Libro Blanco que hemos aprobado tampoco se dice lo contrario. Sí es cierto que no queríamos elaborar un plan de estudios, sino propuestas amplias y diversas, sin especificar materias concretas.
P. Desde posiciones conservadoras se ha criticado que su propuesta subraye la importancia de formar a los futuros maestros en cuestiones como la educación inclusiva o la gestión socioemocional... ¿Por qué es importante?
R. Primero, porque son cuestiones que aparecen en la ley educativa. Y segundo, porque un maestro o una maestra tiene que atender la diversidad que se encuentra en el aula, que está aumentando, y el desarrollo socioemocional del alumnado. No se trata solo de instruir en determinadas áreas de conocimiento, que son fundamentales, sino también de trabajar con las familias y fomentar la inclusión.
P. ¿Cree que el Ministerio de Educación aceptará sus planteamientos?
R. Tendrán otros interlocutores, como es lógico, en educación somos muchos los agentes implicados. Pero sé que estaban interesados y pendientes de conocer nuestra propuesta.
P. ¿Y esperan tener el respaldo de sus universidades? Los rectores se han desmarcado en alguna ocasión de los planteamientos de sus facultades de Educación.
R. Hemos tenido alguna reunión, y también están esperando conocer los documentos. Evidentemente, para las universidades, esto implica más trabajo. Pero yo creo que lo estudiarán. No pueden mirar hacia otro lado, porque hay una necesidad. Y si queremos apostar por la educación, tenemos que hacerlo de forma decidida.
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