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Los holandeses se van a comprar tabaco al otro lado de la frontera

El aumento de los impuestos especiales de casi el 60% hace más barato adquirirlo en Alemania, Bélgica o Luxemburgo

Un estanco en la ciudad alemana de Baden-Württemberg.
Isabel Ferrer

Un 18% de los adultos fumaba en Países Bajos en 2024, en cálculos de la Oficina de Estadística, y el Gobierno ha ido subiendo los impuestos especiales sobre el tabaco con la intención de reducir el consumo. Sin embargo, el efecto ha sido menor del esperado, mientras que lo que ha cambiado es el comportamiento del fumador, dispuesto a marchar a Bélgica, Alemania o Luxemburgo en busca de mercancía más barata. Del extranjero procedía el año pasado alrededor del 60% de los productos consumidos, según un estudio del Instituto para la Salud y el entorno (RIVM), un organismo que asesora al Ejecutivo. Otro informe, encargado por la Asociación de Fabricantes de Cigarrillos y Tabaco Picado (VSK), estima que el Tesoro pierde unos 2.600 millones de euros anuales debido a estos viajes de los fumadores y el comercio ilegal.

El cálculo de la cifra milmillonaria se deriva del análisis llevado a cabo por las empresas de investigación de mercado WSPM y Kantar, donde se indica que una media del 40% de todos los cigarrillos se compró en el extranjero, o bien en canales ilícitos. En el caso de la mezcla para liar, la proporción rondaba el 50%.

El Estado no recauda aquí impuestos y tampoco IVA, y en VSK estiman que los ingresos públicos así perdidos suman 2.600 euros al año. Jan Hein Sträter, su director, atribuyó en los medios holandeses la situación al aumento de los impuestos, porque “la gente estaba acostumbrada a precios fijos, y ahora lo normal es optar por alternativas más baratas, ya sean foráneas o del mercado negro”. En su opinión, la presión impositiva apenas ha reducido el tabaquismo (ha pasado de un 20% en 2020 al 18% en 2024), y propone armonizar estas tasas con los países vecinos, combatir el mercado ilegal y supervisar los canales de venta digital.

¿Es tan grande la diferencia de precios? Con la subida de impuestos de 2024, en Países Bajos aumentó un 24% el precio de los cigarrillos y un 45% el del tabaco para liar. De este modo, un paquete de los primeros cuesta ahora más de 11 euros, y un cartón 130 euros, contra 6 euros y 70 euros, respectivamente, en Luxemburgo. La mezcla, por otro lado, vale unos 25 euros por 50 gramos en las tiendas neerlandesas, y es entre dos y tres veces más cara que en Alemania. Esta disparidad se ha convertido también en un negocio para el crimen organizado, y el año pasado, en el puerto de Róterdam se incautaron 15 millones de cigarrillos. El abril de 2025, en Limburgo (al sur del país), pasó lo mismo con otros 2,6 millones. Y en mayo se encontraron más de 20 millones más, junto con unos 3.700 kilos del de liar en Brabante, también al sur.

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En 2023 hubo otro aumento impositivo, pero no fue tan alto: un 11% para los cigarrillos, y un 28% para la picadura, y el RIVM prevé que menos personas intenten dejar de fumar mientras los precios sigan siendo bajos al otro lado de las fronteras vecinas. ¿Qué recomienda al Gobierno? Dos cosas. Por un lado, que adopte “más medidas contra la compra transfronteriza”, porque ahora se pueden introducir en el país cuatro cartones de cigarrillos, un kilo de tabaco de liar, 200 puros y 400 cigarritos. Por otro, y dado que en 2024 un 7% de los fumadores dejó de hacerlo porque le resultaba muy caro (y un 16% trató de abandonar el hábito), el RIVM considera que el Ejecutivo debería gravar con impuestos especiales los cigarrillos electrónicos, “porque muchos jóvenes empiezan ahí y luego pasan a los cigarrillos reales”.

La política neerlandesa sobre el tabaco se deriva del Acuerdo Nacional de Prevención (2018), basado en dos principios: precios más altos y menos puntos de venta. Aunque la cifra de fumadores haya descendido poco, según TabakNee (Tabaco No), un sitio web de periodismo de investigación sobre la industria tabaquera, VSK omite en su análisis que la razón para subir este impuesto “es limitar el tabaquismo entre los jóvenes”. Añade que las verdaderas pérdidas “son los ingresos fiscales que no llegan debido al comercio ilegal” y no tanto las compras en otros países, que califica de “parte del juego”.

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