Acesur, el dueño de La Española, forja un imperio en torno al aceite de oliva
El propietario de marcas como Coosur espera una estabilización de los precios tras las tensiones de los últimos años, aunque la campaña no será tan buena como se preveía

El aceite de oliva navega en un mar más sereno tras una larga tormenta. Después de dos años de cotizaciones desorbitadas y una producción marcada por la sequía, la industria afronta la campaña 2025‑2026 con la serenidad de quienes han librado una dura batalla, pero sin el impulso triunfal que muchos esperaban. “El optimismo del sector de obtener una campaña histórica se ha desinflado”, admite Gonzalo Guillén, consejero delegado de Acesur. La compañía, una de las tres mayores en el mundo, con marcas como Coosur y La Española, prevé una cosecha nacional en torno a 1,4 millones de toneladas, similar a la anterior, y confía en que la estabilización de los valores en origen devuelva al mercado cierto respiro tras un periodo de fuertes tensiones.
Las estimaciones de Guillén coinciden con las primeras previsiones publicadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en las que se prevé una producción cercana a 1,37 millones de toneladas, lo que supone una leve bajada del 3% con respecto a la cosecha anterior, pero un 19% por encima de la media de las últimas seis campañas. Los precios del aceite de oliva —uno de los grandes termómetros de la economía para los españoles— subieron de forma constante desde septiembre de 2020, según las cifras del Observatorio Infa Oliva. A partir del verano de 2022 la escalada aceleró su ritmo hasta llegar a su punto máximo a principios de 2024: casi nueve euros por litro el aceite virgen extra, y el virgen, 8,5 euros. La prolongada sequía en Andalucía y el avance del cambio climático redujeron drásticamente la producción, mientras el encarecimiento de los costes y una demanda global en alza profundizaron el desequilibrio entre oferta y mercado. Ello tuvo un impacto en el consumo nacional: tan solo en 2023 se redujo un 14% el consumo, según la información de Acesur.
“Veníamos de los años 2023 y 2024 con precios nunca vistos y, aunque en un primer momento esto pudiera prever una bajada de cuota de mercado, para Acesur no ha sido así”, destaca el directivo de una empresa que el año pasado facturó 1.385 millones de euros, un 26% más. Con vistas a los próximos ejercicios, el responsable de la firma considera que el mercado tenderá a estabilizarse siempre que no se repitan las condiciones climáticas de los dos años anteriores. “Si las condiciones se mantienen razonables, el sector debería normalizarse en estos niveles de precios y producción”, señala.
“Es cierto que el mercado nacional es un mercado maduro y que perdió volumen en 2024 por el incremento del precio en origen. Pero fue menos de lo esperado, demostrándonos de esta forma que en nuestro país tenemos un consumidor leal al aceite de oliva”, agrega Guillén. Para 2025 —con un fuerte aumento de la producción, con lluvias abundantes que permitieron una cosecha mayor, y una demanda que se ha estabilizado— el coste del producto ha tenido un fuerte aterrizaje: se cotiza en 4,17 euros por litro (virgen extra) y en 3,6 euros (virgen). Guillén explica que, aunque es pronto para ofrecer una cifra definitiva, Acesur prevé cerrar este año ligeramente por debajo del volumen facturado en 2024. “Estaremos muy ligeramente por encima de los 1.000 millones. Es verdad que el aceite se ha devaluado en facturación por unidad: vendemos más volumen, pero a un precio menor”, aclara.
Durante el último año, según el consejero delegado, Acesur ha reforzado su posición en el mercado nacional, donde casi uno de cada cuatro litros de aceite de oliva envasado vendido en España lleva su sello. “En España, nuestras marcas han llegado a más de 545.000 hogares nuevos, lo que confirma que seguimos siendo relevantes para los consumidores”, detalla Guillén. Y, pese a los elevados precios, la empresa logró mantener su cuota gracias a la fidelidad de un consumidor que no renunció al producto estrella de la dieta mediterránea. “Hemos logrado mitigar sus efectos gracias a una estrategia sólida basada en la diversificación y la integración vertical”, comenta. Una de sus grandes apuestas está en los mercados internacionales. Acesur está presente en 120 países y cuenta con instalaciones propias en nueve de ellos.
Uno de los hitos recientes ha sido el crecimiento del 50% de las ventas de su marca La Española en Brasil, donde ha alcanzado más del 5% de cuota en algunas regiones. “Los mercados internacionales siguen siendo el principal foco de crecimiento para nuestra compañía”, afirma el consejero delegado, quien subraya la posición de Acesur en el top tres mundial del sector. El 60% del volumen total de envasados de la empresa procede ya de las exportaciones, con especial protagonismo de Estados Unidos. Allí, Acesur opera una planta envasadora en Suffolk (Virginia) y plantaciones de olivar propias. Dicho movimiento —realizado en 2023 y que se ha cerrado con la compra de 356 hectáreas y la planta de 450.000 olivos— hoy cobra importancia en un escenario de fluctuaciones arancelarias.
Aranceles
“La planta de Virginia es un pilar de crecimiento a futuro y seguiremos invirtiendo en ampliaciones de capacidad”, señala Guillén. Aunque la política arancelaria implementada por la Administración de Trump continúa vigente, el directivo no ve motivos de preocupación. “Estamos convencidos de que estas tasas no tendrán un impacto relevante en los resultados de nuestra filial en Estados Unidos”, asegura. Esta temporada, Acesur tendrá su primera cosecha, aún muy pequeña: unas 500 toneladas. “El objetivo, en un par de años, es alcanzar las 3.700 toneladas anuales”. El mercado estadounidense representa el 18% de las importaciones globales de aceite de oliva y España sigue siendo el principal proveedor. Según datos de la Interprofesional del Aceite de Oliva, en el primer semestre de 2025, España exportó más de 87.000 toneladas al mercado norteamericano, un 24% más. “A pesar de los aranceles y la competencia, la demanda de aceite de oliva español continúa expandiéndose de manera notable, impulsada por el reconocimiento del consumidor de la calidad del producto”, subraya Guillén.
La volatilidad de los precios del aceite de oliva sigue siendo una constante, influida por la oferta global, los costes de producción y la evolución de la demanda internacional. “El mercado del aceite en España ha atravesado un ciclo complejo en los últimos años”, agrega por separado Alberto Iglesias Cantero, de la consultora NIQ. “Las perspectivas para 2026 son positivas, aunque el sector seguirá condicionado por la climatología y la competencia internacional”, añade. Este experto afirma que las empresas de la industria tienen un buen margen para seguir creciendo. “Un hogar, de promedio, compra casi nueve veces al año aceite de oliva, es decir, cada 42 días. Cada hogar es diferente en su composición, gustos y necesidades, pero lo claro es que todavía hay potencial para que el producto llegue a más hogares”, añade.
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