La batalla legal contra Shein por la copia de diseños
Los juristas explican el camino a seguir contra el gigante de la moda rápida ante las acusaciones de plagio de diseñadores independientes

Las sardinas en conserva de Rubén Morales, fundador de la marca de joyería Vacía la Nevera, son tan representativas de sus anillos como el oso lo es de las joyas de Tous. En porcelana y plata, formando una original sortija, el orfebre cuenta que este diseño lo convirtió “en finalista de un concurso internacional en el que la actriz Sarah Jessica Parker” entregaba el premio. Un vídeo en Instagram que acumula casi 550.000 “me gusta” hizo que la pieza se volviera viral. “Se vio en demasiados sitios y al final me la copiaron”, lamenta.
Su caso se suma al de otros diseñadores independientes que han denunciado públicamente a grandes empresas de moda rápida por copiarles sus creaciones. Sin ir más lejos, la marca española de accesorios Ane and Grace se dirigió a Shein este verano tras ver las fotos de su web, en las que aparecían sus tres collares más icónicos, en el sitio oficial del gigante chino. Es una lucha por la propiedad industrial “como la de David contra Goliat”, resume Ane Gómez, emprendedora que está detrás de la marca. Y es que muchas veces se trata de autónomos, como ella y Morales, que no tienen más recursos que su creatividad y “muchas horas de trabajo” a la espalda para reivindicarse frente a las plataformas de comercio electrónico.
“Este anillo era mi diseño top ventas, con el que pagaba la cuota de autónomos y seguía con la firma. De 15 o 20 que vendía al mes por un precio de entre 75 y 169 euros, ahora no me lo compra casi nadie porque la gente no sabe si es el original o una falsificación”, lamenta el joyero. Tanto él como Gómez tuvieron que acudir a un abogado para defender sus derechos. La respuesta de las empresas donde aparecen las copias, tras el envío del correspondiente burofax, suele ser la de retirar las fotos de los accesorios, aunque al poco tiempo aparecen en otros sitios. “El anillo salió por primera vez en páginas que no conocía. También lo hizo en Amazon, que lo quitó muy rápido. Al poco tiempo apareció en Shein, que lo retiró cuando mandamos el burofax, y en cuentas de Instagram de empresas europeas, que lo habían comprado en AliExpress”, relata.
Para anticiparse a esta situación y blindar legalmente los diseños, “lo fundamental es que se registren en la Oficina Española de Patentes y Marcas o en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea”, recomienda Gerard Guiu, director general de la Asociación para la Defensa de la Marca. “Da igual lo grande o pequeño que seas”, subraya, pues “las pérdidas potenciales que puedes tener hacen que salga más barato registrar”. Esta acción “suele rondar los mil euros” y “el diseño tiene una vida legal de hasta 25 años, durante la que se mantiene el derecho de explotación en exclusiva”, añade Alejandro Falcón, socio director de Falcón Abogados.

Que no exista un registro oficial no implica, sin embargo, que los diseñadores estén totalmente desamparados, “aunque la defensa es más complicada”, matiza el letrado. Además de tener que acreditar “la autoría original judicialmente, será necesario demostrar que se ha producido un daño por actos de imitación o confusión”. Si las plataformas también utilizan sus fotografías, “habría una infracción doble”, pues “se estarían violando los derechos patrimoniales del autor sobre las imágenes”.
Inspiración o imitación
Desde el punto de vista legal, hay una clara diferencia entre inspirarse en un diseño y plagiarlo. Según explica Pablo López, director de Marcas de PONS IP, “inspirarse es lícito” si el nuevo producto se distingue suficientemente del original. Se considera que carece de “carácter singular” cuando no genera “una impresión diferente en un usuario informado”. Esta persona es “alguien con el suficiente conocimiento del sector”, como un especialista en moda.
Precisamente, una de las prácticas ilegales que la Policía Nacional ha detectado en los últimos años es la de “registrar productos con diseños muy similares a los ya inscritos” por firmas reconocidas, advierte José Luis Gómez Pidal, inspector jefe de la sección de delitos contra la propiedad intelectual e industrial. Asegura, no obstante, que en la Comisaría General de la Policía Judicial por el momento “no se ha registrado ninguna denuncia” contra Shein por vulneración de derechos de propiedad industrial. Esto puede deberse a que las marcas suelen acudir antes a la jurisdicción civil que a la penal.
Cuestión distinta ha sucedido en Estados Unidos, donde Shein se ha enfrentado a más de 90 demandas por plagio, según una información de Reuters de 2024. Una del despacho Gluck Law Firm sostiene que el gigante chino se basa en la inteligencia artificial y un “algoritmo secreto” para buscar diseños en internet, copiando algunos después, especialmente los de creadores independientes. A diferencia de las grandes marcas, tienen “menos probabilidades de contraatacar” legalmente, dice la demanda. El modus operandi de Shein consistiría en lanzar un número limitado de copias para verificar si el autor original detecta la infracción. Si reclama, intenta llegar a un acuerdo con él o detiene la producción. En caso contrario, la escala.
A preguntas de EL PAÍS sobre esta forma de actuar, Shein España responde que “actúa de inmediato retirando el producto de forma preventiva” cuando recibe una “reclamación legítima”. Si confirma la infracción, toma “las medidas correspondientes” contra el responsable, asegura. Los diseñadores, hartos, le piden el máximo respeto por su trabajo: “También es una estafa al consumidor” que compra engañado, sentencia la responsable de Ane and Grace.
Apropiación cultural
Recientemente, el Estado mexicano de Oaxaca acusó a Shein del uso no autorizado de bordados artesanales indígenas en un top, argumentando que se trataba de apropiación cultural. Aunque han llegado a un acuerdo, surge la pregunta de qué pasaría en España si reprodujese trajes típicos o alguno de sus elementos. Según explica el abogado Alejandro Falcón, “la apropiación cultural solo es válida cuando recae sobre activos inmateriales protegidos”, como denominaciones de origen, derechos de autor o diseños industriales. La regla general, por tanto, es que podría inspirarse en ellos. Lo que está prohibido “es registrar como signo distintivo de una marca un escudo, bandera o emblema oficial”.
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