Ir al contenido
_
_
_
_
política exterior
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Geoeconomía: el poder de la coerción

Donald Trump no busca maximizar el crecimiento de EE UU, sino la ventaja relativa sobre sus competidores

El verano de 2024 pasará a la historia como el momento en que los aliados tradicionales de Estados Unidos descubrieron el precio de la interdependencia económica. La velocidad con la que se firmaron acuerdos comerciales asimétricos marcó el “verano de la humillación” europeo.

¿Qué explica esta oleada de “capitulaciones económicas”? La respuesta no se encuentra en los modelos tradicionales de comercio internacional, sino en la geoeconomía, término acuñado por Edward Luttwak en 1990 que describe cómo los Estados utilizan instrumentos económicos –comercio, finanzas, políticas industriales– para proyectar su poder geopolítico. Lo que estamos viviendo no es una simple guerra comercial, sino la subordinación sistemática de la economía a la política y a supuestos objetivos de seguridad nacional.

La evidencia es abrumadora. Según la Organización Mundial del Comercio, entre octubre de 2023 y octubre de 2024 se adoptaron medidas restrictivas que afectan a flujos comerciales por 887.600 millones de dólares, un incremento del 160% respecto al año anterior. El comercio mundial sujeto a restricciones alcanza ya el 11,8% del total global. Los aranceles son solo la punta del iceberg. La verdadera revolución incluye restricciones regulatorias, intervenciones financieras, sanciones y control de nodos críticos del sistema económico global. Cuando Trump ordenó despedir a la gobernadora de la Reserva Federal Lisa Cook, el mensaje era claro: la independencia institucional es un “lujo” inadmisible.

Para entender esta nueva era conviene recuperar a Albert Hirschman, quien en 1945 estudió cómo el poder gravitacional de la economía alemana contribuyó al ascenso de Hitler, y para ello creó ese índice de concentración que todos los tribunales de competencia del mundo han usado para evaluar el impacto de las fusiones sobre la competencia. Su intuición –cuando se tienen cuotas de mercado elevadas, el poder no crece linealmente sino exponencialmente- es la clave para entender los nuevos tiempos. Esa idea es la que subyace en los trabajos del Global Capital Allocation Project (GCAP), una iniciativa de Yale, Stanford y Columbia para estudiar el poder geoeconómico emergente. La segunda de sus ideas es más desasosegante: el poder es la capacidad de infligir pérdidas de bienestar a tus rivales y aliados mediante el recorte de su acceso a mercados e insumos críticos.

Cuando esta metodología se aplica al mundo de hoy, los resultados son reveladores: Estados Unidos puede imponer pérdidas del 5,8% del PIB a China y del 8,6% a la Unión Europea, mientras que su vulnerabilidad es mínima. China solo puede generar pérdidas del 0,9% al PIB estadounidense.

Esta disparidad se explica por la estructura asimétrica del sistema económico global. Estados Unidos domina los servicios financieros internacionales con cuotas que superan el 80%-90% en segmentos enteros del sistema. El dólar representa el 60% de las reservas mundiales, el 88% de las transacciones en divisas y el 40% de los pagos SWIFT. Literalmente el dólar es “su moneda, pero nuestro problema”. China controla aproximadamente el 30% de la producción manufacturera mundial y domina las cadenas de suministro de insumos críticos como las tierras raras. Pero esta ventaja se neutraliza por la baja sustituibilidad de los servicios financieros estadounidenses frente a la relativa facilidad para relocalizar la producción manufacturera. Europa se encuentra en posición frágil, dependiente de Estados Unidos en tecnología, energía y sin sistema financiero autónomo. Estas vulnerabilidades explican Turnberry. En aquel campo de golf se hizo el 100% de lo que se podía.

La matemática de Hirschman nos devuelve cierta esperanza: pérdidas marginales de la cuota de poder americano pueden tener efectos no lineales sobre su capacidad coercitiva. Si Estados Unidos pasara del 80% al 70% de cuota en ciertos segmentos financieros, su poder de coerción se reduciría también dramáticamente. Por eso les preocupa tanto los intentos chinos de crear sistemas de pago alternativos al dólar.

Europa debería tomar buena nota. Propuestas como la de Blanchard y Ubide de crear un mercado de eurobonos de cinco billones mediante intercambio de deuda nacional, más que ingeniería financiera, es una creativa manera de crear “coerción blanda” que equilibre la asimetría existente. Los europeos debemos entender que se ha producido una transformación fundamental en la racionalidad económica internacional. Mientras que la lógica económica tradicional requiere ganancias netas para todos, la racionalidad geopolítica justifica estrategias que generen pérdidas netas globales, siempre que las pérdidas del “agredido” superen las del “agresor”. Cuanto antes entendamos que la Administración Trump no busca maximizar el crecimiento estadounidense, sino la ventaja relativa sobre sus competidores, mejor nos irá.

La geoeconomía no es una moda académica, sino la nueva realidad del sistema internacional. Entender la matemática de la coerción económica se ha vuelto tan importante como comprender la estrategia militar en el siglo XIX o el XX.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_