Robots que saben imprimir
Las impresoras en tres dimensiones de Ziknes utilizan plástico reciclado para crear todo tipo de objetos, desde quillas de barco hasta mobiliario

Si cualquier persona puede usar en casa una pequeña impresora 3D, ¿por qué no trasladar ese mismo concepto al gran formato para la industria? Fue la pregunta a partir de la que nació Ziknes, start-up fundada en primavera de 2021 por Nacho León, Diego Cabañas y Nacho Serrano, centrada en la automatización de procesos de impresión en tres dimensiones con grandes robots. Con tecnología y software propio, la compañía consiguió facturar casi 300.000 euros en 2024 y prevé alcanzar un millón en 2025, gracias a su implantación en sectores como arte, diseño, arquitectura, automoción, naval o defensa. Su próximo reto es dar el salto internacional.
La compañía fabrica el hardware y ha desarrollado un programa propio, llamado Laminar, así como el sistema de control de la maquinaria. Ese “todo en uno” es lo que sustenta el negocio y sus previsiones futuras, aunque el inicio no fue tan fácil. De hecho, su primer producto estaba basado en una tecnología que imprimía a partir de metal y que apenas tenía mercado. Por eso decidieron utilizar polímeros. Hoy sus sistemas usan tanto variedades básicas de estos plásticos como otras más técnicas que incluyen carbono o fibra de vidrio. También los hay creados a partir de redes de pesca abandonadas. “El 80% de los materiales que utilizan los robots son ya reciclados y todos son reciclables: se pueden usar una y otra vez”, asegura León, que explica que sus terminales funcionan con un sistema parecido al de inyección tradicional: los cabezales imprimen con el termoplástico fundido, que se va depositando capa a capa y se enfría hasta alcanzar estabilidad y dureza.
El modelo de negocio es sencillo. Ziknes desarrolla la tecnología que las empresas pueden adquirir —a través de compras u otras fórmulas como renting o leasing— para utilizarlas en sus instalaciones. Las aplicaciones son innumerables: estos robots de gran formato pueden imprimir desde una silla hasta el ala de un dron, una boya marina o la quilla de un barco de siete metros. “Hoy se usan mucho en sectores como diseño o arquitectura para mobiliario urbano, de interior o personalizado. Esta maquinaria no puede competir con una fabricación industrial, pero sí son muy competitivas para tiradas cortas o prototipos”, explica el emprendedor, que subraya que también son más rápidas que la industria tradicional para la elaboración de moldes para piezas de áreas como la automoción o la construcción. “Además se reduce la cantidad de material utilizado, la energía usada y los costes”, insiste León. Ziknes, instalada en la incubadora Lanzadera, en Valencia, cuenta con un equipo de 16 personas, aunque de los fundadores iniciales Serrano dejó de ser socio en 2021.
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