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Viscofan mira a Asia para sortear la incertidumbre comercial

El grupo de envolturas cárnicas, cuyos resultados trimestrales decepcionaron al mercado, acelera la diversificación geográfica y de productos

Un operario inspecciona un rollo de tripa de colágeno en la planta de Viscofan en Cáseda, Navarra.

Uno de cada tres hot dogs que se consume en EE UU tiene mucho que ver con una empresa española. Según el estadounidense Consejo Nacional de Salchichas y Perritos Calientes, en su país se consumen alrededor de 20.000 millones de estos panecillos. Pues bien, casi 7.000 millones de esos perritos usan para su fabricación envolturas fabricadas por Viscofan y uno de cada dos en Nueva York, precisa José Antonio Canales (Getxo, 1966), el consejero delegado de la empresa navarra. Fundada en 1975, a partir de los años noventa empezó una presencia internacional que hoy se traduce en centros de producción en 12 países y una red comercial que alcanza a más de un centenar de mercados. “No está mal para una empresa de Cáseda [una localidad de la Comunidad Foral de poco más de 1.000 habitantes]”, bromea Canales.

Sin embargo, la inestabilidad comercial fruto de las amenazas arancelarias de EE UU ha podido hacer mella en las cuentas de la empresa de envolturas cárnicas. De hecho, sus acciones caen casi un 8% desde finales de abril debido a un crecimiento en el beneficio operativo (ebitda) en el primer trimestre por debajo de lo previsto: un 11,4% (68,8 millones de euros), frente a la mejora del 23,7% que habían previsto los analistas.

Canales, sin embargo, relativiza el impacto de los aranceles de Trump y enfatiza que “no es un asunto de vida o muerte” para Viscofan, que “también es una empresa americana” con fábricas en Illinois, Nueva Jersey y Alabama para atender a un mercado que supone entre el 20% y el 25% de la facturación de la empresa navarra. A juicio del ejecutivo vasco, los aranceles tienen un impacto mayor en sus clientes estadounidenses, a los que les penaliza la incertidumbre y que, a pesar de que Viscofan fabrica en EE UU, en muchas ocasiones demandan expresamente productos de Viscofan que solo se fabrican en las plantas de España, Alemania o de México.

Además, la empresa espera paliar los efectos de la incertidumbre arancelaria concentrándose en abrir nuevos mercados en África y en proseguir su expansión en Asia, donde lleva más de una década presente. Y en noviembre del año pasado inauguraron una planta de producción de envolturas en Rayong (Tailandia), con la idea de seguir ampliando su presencia en Vietnam, Camboya, Indonesia, Tailandia y la India, donde tienen que adecuarse a mercados condicionados por criterios religiosos y han de crear productos que sean “halal” (elaborados según las normas coránicas) o libres de derivados del vacuno (en el caso de los hindúes). Unos mercados cuyo caballo de batalla es un embutido culturalmente neutro: la salchicha de pollo.

Y a la vez se preparan para una presencia mayor en el mercado japonés, donde ya están presentes con oficinas comerciales, todo ello continuando un proceso de expansión en el que el grupo navarro lleva implicado casi desde su fundación, hace 50 años.

Desde Viscofan también destacan como fortaleza que toda su tecnología les pertenece y que no solo diseñan su maquinaria y procesos, sino que los fabricantes de sus equipos son empresas navarras, con lo que su exposición industrial se limita, casi en exclusiva, a España, mientras que sus mercados, enfatizan, son cada vez más diversos.

Cotización bursátil

Pese al traspié del último mes en la cotización bursátil, Viscofan ha crecido un 5,3% en el último año. Además, en 2024 obtuvo un beneficio de 157 millones de euros, un resultado que Canales define como “histórico” y que se tradujo en un reparto de dividendos de 3,10 euros por acción, frente a los 1,40 del ejercicio anterior. La multinacional navarra se ha visto beneficiada además por un descenso en el precio de las materias primas, por su enfoque hacia productos de cada vez más valor añadido y por operar en un mercado que está relativamente a salvo de los ciclos económicos, además de la obtención de beneficios por la venta de la energía excedente de sus plantas de cogeneración.

Viscofan ha sido considerado tradicionalmente por los analistas como un valor defensivo en Bolsa. Eso significa que su modelo de negocio es menos vulnerable a los ciclos económicos al operar en un sector vinculado directamente con el consumo básico de los hogares. Esta resiliencia también se ha demostrado en circunstancias extraordinarias como la pandemia de la covid-19, donde fue de las pocas empresas españolas que obtuvieron beneficios.

Esa solidez defensiva tiene mucho que ver con una política financiera que, según Canales, es deliberadamente conservadora —la deuda bancaria neta a cierre del primer trimestre era de 170 millones—, una expansión internacional que mezcla el crecimiento inorgánico —compra de competidores— con el orgánico —la construcción de nuevas plantas—, la remuneración a los accionistas y una apuesta decidida por seguir desarrollando su propia tecnología y materiales. “Cualquiera puede fabricar un metro de envoltura de colágeno”, reflexiona Canales, “pero hacer 18 millones de kilómetros, atendiendo a criterios de densidad, espesor y longitud que llegan a medirse en micras, es lo que nos diferencia de los demás”. Viscofan mantiene una relación permanente con los fabricantes de sus equipos y maquinaria, con los que tratan de ir añadiendo modificaciones y evoluciones según las demandas de sus clientes.

Una de las asignaturas pendientes de Viscofan es regresar al Ibex 35. La compañía fue uno de los integrantes iniciales cuando se creó el principal indicador de la Bolsa española, y desde entonces ha ido entrando y saliendo del mismo. Este objetivo de retornar al selectivo no parece preocupar a su primer ejecutivo, que cree que la presencia en el índice es algo simbólico y que si terminan volviendo a entrar estarán dispuestos “a jugar el partido hasta el final”.

Si bien el consejero delegado de Viscofan enmarca los resultados históricos de su empresa en 2024 dentro de la “evolución espectacular” del sector alimentario español y a un aumento de la eficiencia y el abaratamiento de energía y materias primas; la empresa sigue a la búsqueda de mercados de mayor valor añadido. Otra aspiración es la diversificación de los clientes más allá de la carne.

Esta diversificación pasa desde la producción de productos cosméticos o complementos alimenticios derivados del colágeno hasta la producción de snacks para mascotas, un mercado que tampoco deja de crecer. “Muchas veces la primera idea no es la buena”, afirma el consejero delegado de Viscofan, que también habla de la colaboración con compañías que producen imitaciones veganas de la carne, de la venta de salchichas de chocolate en países árabes o cualquier otra idea que les permita seguir creciendo.

¿Alguna vez les ha llegado una oferta de compra? Canales ríe: “Nunca nos ha llegado nada serio, yo creo que cuando se lo plantean ven nuestras cifras y se lo piensan mejor”. La capitalización bursátil de Viscofan ronda los 3.000 millones de euros.

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