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Guerra comercial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No a las represalias arancelarias

El aumento de las tasas provocará que las rentas más bajas vean más afectados sus ingresos que las más altas

Desde que comenzaron los anuncios y puesta en práctica de las subidas arancelarias orquestadas por la Administración de Trump, no se habla de otra cosa en los foros de economía internacional. Los debates se centran en varios frentes. Primero, en la respuesta que están dando la Unión Europea y China y otras economías. Segundo, en los efectos económicos tanto para Estados Unidos como para los países afectados y, tercero, en evaluar si se trata de una argucia negociadora o si se materializarán los mal llamados aranceles recíprocos.

En el primer frente, tanto la UE como China reaccionaron en un primer momento con más de lo mismo: imponiendo aranceles a EE UU, cada uno con su propia estrategia. La UE, ha puesto en barbecho su propuesta tras el anuncio de Trump de suspender la subida del 20% anunciada para el 9 de abril. China, por el contrario, ha plantado cara con tasas arancelarias elevadas (del 125% frente al 145% de EE UU) y no se va a doblegar fácilmente a las exigencias contrarias. Sin embargo, desde el punto de vista de las teorías del comercio internacional, la postura más acertada hubiera sido no responder con represalias arancelarias, ya que dañan a los consumidores del país que las impone y hasta pueden dañar a las industrias que pretenden proteger. Como bien indicaba el economista Xavier Sala i Martin, EE UU representa un cuarto del comercio mundial. Si los demás instauraran un área de libre comercio (con cero aranceles) dejarían de bailar al paso marcado por Trump. La UE se está esforzando para alcanzar un acuerdo con EE UU en negociaciones de “cero por cero” aranceles para productos industriales antes de que acabe la tregua, pero las exigencias del contario pasan por unirse contra China.

En el segundo frente, los efectos económicos de la guerra comercial serán nefastos. Ya los anticipan distintos think thanks en EE UU y la EU, como el PIIE o Bruegel, también el Fondo Monetario y el Banco Mundial. Dos días después del “Día de la Liberación” , cuando Trump anunció los temidos aranceles, 23 economistas galardonados con el Premio Nobel firmaron un manifiesto advirtiendo que estas políticas “conducirían a precios más altos, mayores déficits y mayor desigualdad”. Los aranceles, según indican estudios recientes, suelen ser regresivos, y las familias de rentas bajas tendrán que pagar una mayor fracción de sus ingresos que las de rentas altas. Así lo demuestran trabajos académicos que analizan los efectos de la subida de aranceles en la primera Administración de Trump. Sin embargo, comparada con la actual, aquella fue mínima. Por tanto, solo mantener los aranceles ya impuestos ahora supondría una pérdida de poder adquisitivo enorme para los más pobres. No solo en EE UU sino también en la UE si finalmente se suma a las represalias.

En el tercer frente, la estrategia negociadora del presidente parece ser un tanto errática y no siempre sigue los consejos de sus asesores. Aunque se desvíe en ocasiones de la línea de acción que le marca su equipo de economistas, ha trascendido que Stephen Miran, el presidente del Consejo de sus Asesores Económicos publicó un libro blanco. En él propone reestructurar el sistema de comercio mundial utilizando los aranceles como herramienta para que el dólar americano se deprecie, el llamado “Acuerdo de Mar-a-Lago”. El argumento es que el dólar está significativamente sobrevalorado debido a su condición de moneda de reserva mundial. Los aranceles harán que pierda valor y la producción estadounidense se verá revitalizada. Este argumento ha sido duramente criticado por algunos economistas, como Michael Bordo. Aunque la fórmula arancelaria de la Administración no se parecía a ninguna de las sugerencias de Miran y hasta se ha dicho que es fruto de la inteligencia artificial; las ideas subyacentes en el libro blanco siguen siendo importantes en la conducción de la política comercial de la Administración Trump.

Sea como sea, el papel que juega la UE es clave para evitar la escalada y plantear alternativas que sigan poniendo el libre comercio por bandera. En caso contrario, si las demás potencias económicas siguen respondiendo con más aranceles, la economía mundial se verá abocada a una recesión. Dada la orientación de la economía española hacia el comercio exterior, se auguran tiempos difíciles. Según Funcas, las ventas de grandes empresas al exterior han caído en marzo casi un 2% con respecto al mismo mes del año anterior. Esto podría ser solo el principio del precipicio si no se toman medidas que eviten una escalada de la guerra comercial.

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