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En verano, aulas abiertas: la universidad que no cierra por vacaciones

Los cursos de instituciones como la Complutense, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo o la UNED permiten reflexionar de forma cercana sobre los grandes desafíos de hoy en día

El ministro para la Transformación Digital, José Luis Escrivá (c), junto al rector de la UIMP, Carlos Andradas (i), en la inauguración del curso 'Inteligencia Artificial: retos actuales y desafíos futuros', de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en el Palacio de la Magdalena, el 24 de junio de 2024, en Santander, Cantabria (España).
Nacho Meneses

No todas las aulas cierran sus puertas al inicio de la temporada veraniega. En algunas universidades, las semanas de descanso estival dan paso a una actividad frenética —la de los cursos de verano— en la que académicos, profesionales y expertos de todo tipo se dan cita para pensar, debatir, reflexionar y convivir en escenarios tan simbólicos como el Palacio de la Magdalena, en Santander, o el Monasterio de El Escorial, en Madrid. Lugares donde el conocimiento toma formas inesperadas: una conversación entre un premio Nobel y un estudiante de doctorado, un taller de meteorología al borde del mar, un debate sobre la inteligencia artificial entre científicos y juristas, o un recital poético bajo las estrellas.

Lejos de ser una mera extensión docente, los cursos de verano se han convertido, por derecho propio, en un espacio de intercambio libre y multidisciplinar donde ciencia, cultura y sociedad dialogan sin jerarquías ni rigideces académicas. Y, aunque sus programas aborden casi siempre temas de gran relevancia y actualidad, es de justicia reconocer la antigüedad de su origen: la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), la decana en estas lides, comenzó a impartirlos en 1933, y los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid cumplen ya 38 ediciones. Podría, de hecho, afirmarse que representan una de las formas más genuinas de universidad pública: abierta, diversa y conectada con la realidad.

¿Para quién son los cursos de verano?

Con independencia de cuál sea la institución que los imparta, una de las características más universales de estos cursos es la enorme amplitud de su audiencia, ya que están dirigidos tanto a estudiantes como a profesionales, docentes o simplemente personas con una curiosidad innata por aprender.

La experiencia va más allá del aula porque, además, constituyen la oportunidad de convivir por unos días con los grandes nombres del pensamiento, el arte, la ciencia o la política actual en un entorno singular. Una experiencia en forma de aprendizaje que deja huella y que se ve reforzada, a su vez, por una variadísima oferta cultural: veladas literarias, conciertos, exposiciones y conferencias extraordinarias que conviven con los cursos y alimentan ese característico clima intelectual, relajado a la par que exigente. Son semanas intensas, casi festivas, donde la universidad se despoja de sus corsés formales para reencontrarse con su vocación original: ser un lugar de encuentro entre saberes, generaciones y experiencias.

Formatos variados y temática de actualidad

Sus temáticas responden, cada año, a una especie de sismografía social, tratando asuntos tan dispares como el cambio climático, la inteligencia artificial, la salud mental, la resistencia a los antibióticos, los desafíos democráticos o la geopolítica del idioma, y siempre con un enfoque deliberadamente transversal. “El espíritu de los cursos de verano siempre ha sido que se trataran los temas más importantes para la sociedad en cada momento; que se afrontaran los retos más importantes y se debatiera con expertos y protagonistas de la actualidad”, explica Natalia Abuín, directora de los cursos de verano de la Complutense.

El formato y la duración de los cursos varía según donde se mire: en los cursos de verano de El Escorial, estos van de uno a cinco días, mientras que en la UIMP suelen ser de cinco, independientemente de si se trata de cursos magistrales, Escuelas, Encuentros o Seminarios; y en ambos casos de forma casi exclusivamente presencial, para potenciar el carácter experiencial que tienen estas convocatorias, tanto en la vertiente académica como en lo que respecta a las actividades culturales. Con la excepción, claro está, de los cursos de verano ofrecidos por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que opta por un formato flexible híbrido, “en directo y diferido. Se puede acudir presencialmente ya sea en los centros asociados o en las distintas aulas y lugares de celebración, algunos tan destacados como el Congreso de los Diputados, el Museo Arqueológico Nacional, el Thyssen Bornemisza o el Círculo de Bellas Artes”, cuenta Marta Moreno González, vicerrectora adjunta de Cursos de Verano de la UNED.

Los cursos magistrales y los talleres de la UIMP, que este año tiene a Chile como país invitado, se organizan alrededor de una figura de reconocido prestigio que, además de su conocimiento, posee las dotes de comunicación necesarias para sostener una programación de cinco días. Algunos de ellos ya con una gran tradición, como Quo Vadis Europa, dirigido por Josep Borell; el encuentro de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE); o las aulas Blas Cabrera y Ortega y Gasset, orientadas a jóvenes universitarios y con recursos para su inserción laboral.

Entre las numerosas personas que se darán este año cita en el Palacio de la Magdalena están, por ejemplo, Juan Ignacio Cirac, que hablará de Física Cuántica; Javier Moreno Luzón, premio nacional de Historia, que tratará la figura de Alfonso XIII, e Isabel Morant, con un curso sobre hombres y mujeres en la historia; el filósofo Markus Gabriel, cuyo curso versará sobre inteligencia arquitectural y ética; el meteorólogo José Miguel Viñas, con un taller teórico práctico sobre meteorología; o Manuel Rivas, que impartirá un taller literario abierto a la creación y la lectura. Hace unos días, la UIMP nombró doctora Honoris Causa a la escritora chilena Isabel Allende, y hará lo propio con la física española afincada en California Eva Nogales. En total, serán en torno a 110 cursos repartidos a lo largo de 12 semanas (entre el 16 de junio y el 5 de septiembre) y una audiencia que se estima que superará los 4.400 alumnos matriculados en 2024.

El Premio Nobel de la Paz 2017, Carlos Umaña, interviene durante los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, en el Hotel Victoria, el 17 de julio de 2024, en San Lorenzo de El Escorial, Madrid (España).

Por otra parte, los cursos y talleres de verano de la Complutense (que tendrán lugar entre el 30 de junio y el 25 de julio) incluyen una amplia programación en torno a cuatro grandes bloques temáticos: ciencias sociales; artes y humanidades; ciencias experimentales; y ciencias de la salud. Su conferencia inaugural, a cargo de la filósofa Adela Cortina, versará sobre inteligencia artificial y democracia; además de otras conferencias extraordinarias a cargo de figuras como el pianista James Rhodes, Rafael Matesanz, que fuera experto en trasplantes de la OMS; o los escritores Juan Gómez Jurado y Paloma Díaz-Mas.

Entre los 165 cursos de verano que este año ofrece la UNED figuran temáticas de tanta actualidad como la tecnología, IA y sociedad digital; salud mental y emocional; migración, derechos humanos y justicia social; sostenibilidad y medio ambiente; política y seguridad global; educación e innovación pedagógica; y género y feminismo, entre muchos otros.

Frente a propuestas tan asentadas como las ya mencionadas, el formato de cursos de verano no deja de expandirse. Así, por ejemplo, surge este año la primera edición de los Cursos de Verano CEU-María Cristina, también en la madrileña localidad de San Lorenzo del Escorial. En su caso, serán 15 cursos que incluyen temas como la España constitucional, la Corona, el Estado de Derecho o el papel de España en el contexto internacional (y su relación con Iberoamérica), entre otros.

Es importante resaltar que todas estas instituciones ofrecen en sus páginas web la posibilidad de acceder a becas para reducir el precio de la matrícula y, en su caso, el alojamiento (si bien en el caso de la UIMP el plazo para solicitar las ayudas ya expiró).

Un impacto de larga duración

En palabras de Matilde Carlón, vicerrectora de Relaciones Institucionales y Programación de Actividades de la UIMP, asistir a un curso de verano en la Magdalena “es, más que ir a un curso, vivir una experiencia”. Lo que se genera allí no es solo aprendizaje, sino un entorno que fomenta la reflexión compartida, el diálogo entre generaciones y la construcción de vocaciones intelectuales. “La gente, los estudiantes, llegan el domingo por la noche y se van el viernes a primera hora de la tarde”, describe Carlos Andradas, rector de la institución. “Durante ese tiempo conviven con grandes maestros, desayunan frente a un premio Nobel, pasean con los ponentes… y todo en un ambiente extraordinario que deja huella”. No son pocos quienes, recuerdan, aseguran haber encontrado allí su verdadera vocación académica o profesional.

Desde la Complutense, Natalia Abuín subraya una idea similar: los cursos de verano no solo aportan conocimientos actualizados, sino que generan “redes de contacto, proyectos profesionales, nuevas líneas de investigación e incluso innovaciones tecnológicas o culturales”. Para muchos asistentes, añade, estos cursos “sirven como punto de partida para iniciar investigaciones; para fomentar el debate; poner en marcha nuevos proyectos profesionales, creaciones culturales o proyectos artísticos; completar otras formaciones e incluso poner en marcha colaboraciones que luego se extienden al conjunto de la universidad”. E insiste en que no están pensados solo para estudiantes, sino que “están dirigidos también a profesionales y a cualquier persona de la sociedad que se interese por alguno de estos temas”. Por eso, concluye, cada edición se convierte en “un punto muy importante de transferencia de conocimiento científico a la sociedad”.

Una programación cultural de altura

Más allá del aula y el atril, los cursos de verano también laten en sus noches. En Santander, la UIMP convierte la Península de la Magdalena en un escenario cultural que acompaña —y completa— la propuesta académica. A los martes literarios, que este año abrirá Manuel Vilas y contará también con autores como Manuel Rivas y Mario Obrero, se suman las veladas poéticas, los ciclos En contexto y un ambicioso calendario de conferencias y actividades abiertas al público. “Estas actividades paralelas tienen una importancia fundamental. No se trata simplemente de un momento para aprender y enseñar en lo que pueda ser un aula y sus espacios, sino de participar en toda una propuesta en la que la parte cultural es fundamental, y además hace de oxígeno con la ciudad y con el entorno”, esgrime Carlón.

En el Escorial (y en sus más de 20 sedes este verano), la Complutense sigue una filosofía similar: aprovechar cada rincón, cada hora del día, para hacer del verano algo más que un periodo de formación. Desde las seis de la tarde, cuando acaban las sesiones académicas, empieza una segunda jornada. Habrá, además de las mencionadas conferencias extraordinarias, teatro, conciertos, exposiciones y un festival de música urbana comisariado por Okuda San Miguel, que también dirige un taller artístico durante el día.

Este año, además, China es el país invitado y traerá consigo una ópera, un taller de taichi y una muestra cultural que busca tender puentes. Actividades que, en resumen, no solo enriquecen, sino que amplían el significado de lo que puede ser una universidad en verano: un lugar de encuentro y de celebración del conocimiento, pero también del arte y la vida.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS
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