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El FMI insta a China a tomar “decisiones valientes” para corregir los “importantes desequilibrios” de su economía

El organismo revisa al alza sus previsiones y sitúa el crecimiento de la segunda economía en el 5% para 2025 y en el 4,5% para 2026

Inma Bonet

El Fondo Monetario Internacional (FMI) instó este miércoles a China a tomar “decisiones valientes” para corregir los “importantes desequilibrios” que siguen lastrando su economía y a avanzar hacia un modelo de crecimiento impulsado por el consumo, en el que reduzca su dependencia de las exportaciones y de la inversión pública e industrial. En sus conclusiones preliminares tras una misión de diez días en Pekín y Shanghái, el organismo señala que el gigante asiático avanza con más solidez de lo previsto, pero sobre unos cimientos que muestran signos de fatiga estructural.

En su informe anual sobre la segunda economía del planeta, el FMI ha revisado al alza sus previsiones y sitúa el crecimiento de China en el 5% para 2025 y en el 4,5% para 2026. Las nuevas cifras (que aumentan un 0,2% y 0,3% con respecto a las de octubre) vienen impulsadas por las últimas medidas de estímulo anunciadas por las autoridades comunistas y por la reducción de los aranceles entre China y Estados Unidos tras la entente pactada por el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, el pasado octubre. La economía china sigue camino de contribuir a alrededor del 30% del crecimiento global, según el FMI.

No obstante, el fondo advierte de que la economía del gigante asiático, cuyo valor nominal ronda los 18 billones de euros, es “demasiado grande para obtener mucho más crecimiento de las exportaciones”. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha alertado tras la revisión periódica del organismo sobre China que “seguir apoyándose en las exportaciones podría avivar aún más las tensiones comerciales globales”.

“Se requieren decisiones valientes y políticas decididas”, ha aseverado Georgieva. La débil demanda interna, la prolongada crisis del sector inmobiliario y el deterioro de las finanzas locales mantienen presiones deflacionarias que han llevado a China a registrar una inflación prácticamente nula. El índice de precios al consumidor (IPC) subió un 0,7% en noviembre, su nivel más alto, pese a todo, desde febrero de 2024.

El FMI apunta que la baja inflación frente a la de sus principales socios comerciales ha debilitado el yuan en términos reales, lo que a su vez ha reforzado su empuje exportador. China registró en los primeros 11 meses del año un superávit comercial acumulado de 1,076 billones de dólares (unos 923.000 millones de euros). Es la primera vez que Pekín bate este hito billonario, a pesar del muro arancelario que ha levantado Trump tras su regreso a la Casa Blanca, y a la consecuente caída de las ventas de productos chinos hacia la nación norteamericana.

Georgieva ha advertido de que no es del interés de Pekín alimentar la percepción entre sus socios de que una avalancha de productos baratos podría desestabilizar sus industrias, lo que aumentaría el riesgo de nuevas restricciones a las importaciones procedentes del país asiático. En su reciente visita de Estado, el presidente francés, Emmanuel Macron, defendió ante el líder chino que los desequilibrios actuales “empiezan a ser insostenibles”.

Por su parte, la Comisión Europea acaba de aprobar una estrategia de seguridad económica que simplificará y agilizará procedimientos antidumping y antisubsidio, endurecerá el control de inversiones extranjeras en sectores clave y promoverá una menor dependencia de tecnologías y materias primas estratégicas, lo que podría traducirse para China en aranceles, restricciones y pérdida de acceso al mercado. En Europa, donde el euro se ha apreciado en términos reales más de un 40% frente al yuan desde 2020, cada vez más voces alertan de que una moneda china infravalorada funciona de facto como un subsidio a las exportaciones.

Pekín insiste en que respeta los principios de mercado y niega cualquier manipulación. Pero aunque la divisa china no ha sufrido una caída nominal abrupta, desde su pico en 2022 su tipo de cambio efectivo real (REER, por sus siglas en inglés) acumula un desplome cercano al 18%. El REER es un índice ponderado, ajustado por inflación, que mide la competitividad de una moneda frente a un conjunto amplio de divisas. “Nos gustaría ver un tipo de cambio que pudiera moverse con flexibilidad en ambas direcciones”, ha declarado Georgieva.

China también enfrenta desafíos de puertas para adentro. Superar la crisis inmobiliaria y devolver dinamismo al consumo se han convertido en prioridad para el FMI, que insta a Pekín a actuar con más decisión en ambos frentes. “Hemos insistido en la necesidad de cerrar este capítulo”, ha enfatizado la economista búlgara. El frenazo del sector de bienes raíces, a punto de entrar en su quinto año, sigue erosionando la confianza de los hogares, dado que alrededor del 70% de su riqueza está en vivienda. Según cálculos del FMI, ponerle fin en los próximos tres años exigirá destinar alrededor del 5% del PIB.

Pero existen otros retos estructurales, como el envejecimiento de la población, la ralentización de la productividad, los elevados niveles de deuda y la disminución de los rendimientos de la inversión, factores que frenarán la expansión de su economía a medio plazo, apunta el FMI.

Pekín es consciente de ello y reconoce la necesidad de una transición hacia un modelo impulsado por el consumo. Restaurar la confianza y reactivar el gasto interno es, de hecho, uno de los puntos centrales de su próximo plan quinquenal, la guía para el desarrollo económico y social del país durante los próximos cinco años, cuyas primeras pinceladas se conocieron en octubre.

Georgieva ha insistido en la necesidad de situar a los jóvenes en el centro del nuevo modelo económico: “Tenéis que ayudar a vuestras madres, padres, abuelas y abuelos a cambiar de actitud, hacia otra en la que sea patriótico gastar dinero y liderar el consumo interno de China”.

El FMI reconoce que las acciones que el Gobierno ha tomado en los últimos meses (desde una política fiscal más expansiva hasta una relajación monetaria gradual, pasando por retrasar la edad de jubilación y canjear la deuda de los gobiernos locales) son positivas, pero insuficientes.

Georgieva ha elogiado los avances de China en inteligencia artificial y otras industrias tecnológicas punteras, pero ha pedido ceder protagonismo a las empresas privadas en su desarrollo. Los últimos sondeos publicados por las cámaras de comercio europeas en China reflejan que operar en el país sigue siendo complejo, porque persisten las barreras regulatorias y el acceso al mercado es desigual.

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Sobre la firma

Inma Bonet
Es la colaboradora de EL PAÍS en Asia desde 2021. Reside en China desde 2015, primero como estudiante de chino y de un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín (BFSU), y luego como periodista. Antes de unirse a este diario trabajó en televisión y radio.
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