Ir al contenido
_
_
_
_

Relojes, ropa y bolsos de lujo: Hacienda intercepta más dinero que nunca en las operaciones contra los productos falsos

La Agencia Tributaria decomisó en las aduanas españolas durante el pasado año falsificaciones por valor de 406 millones de euros. De esa cantidad, 300 millones corresponden a un cargamento de relojes de imitación

Agentes de la Agencia Tributaria, en una operación contra artículos falsificados, en una imagen cedida.Vídeo: Agencia Tributaria
Pablo Sempere

La Agencia Tributaria interceptó en el puerto de Valencia a finales de 2023 dos contenedores provenientes de Shanghái (China) que se dirigían hacia Argelia. En ellos había más de 300.000 relojes falsificados que imitaban a modelos de marcas reconocidas como Rolex, Versace, Hublot o Lacoste. Parte de la mercancía se destruyó y el resto está a la espera de lo que determine el juez. Los más de 300 millones de euros en los que estaba valorado ese cargamento, sin embargo, ya se han contabilizado en la estadística de prevención y control del fraude tributario y aduanero correspondiente a 2024. Y han inflado los registros del Ministerio de Hacienda hasta niveles nunca vistos.

El hallazgo de Valencia disparó las métricas. En 2024, el valor conjunto de todas las falsificaciones intervenidas por la Agencia Tributaria —entre moda, productos de lujo, juguetes, medicamentos o cosméticos— escaló hasta los 406 millones de euros, una cifra inédita en la serie del organismo dependiente de Hacienda que confirma que el negocio de la imitación no solo se ha extendido, sino que se ha sofisticado.

La Agencia Tributaria detalla en sus memorias anuales tanto el número de falsificaciones interceptadas en aduanas y en actuaciones de lucha contra el contrabando como la cuantía económica asignada a las operaciones. Ese valor, explican desde la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado, no procede de peritajes, sino del precio de mercado del producto auténtico que se intenta replicar. Si un reloj cuesta 1.000 euros en un comercio habilitado, a la falsificación que lo imita se le asigna el mismo valor. Así de simple.

En 2024 se incautaron algo más de 1,3 millones de artículos falsos. No es una cifra especialmente elevada respecto a otros ejercicios, pero sí deja un valor medio por producto de 306 euros, el más alto desde que hay registros.

Tras cada una de estas operaciones hay un engranaje legal y administrativo que determina qué se considera falsificación, cómo se valora y cuál es el destino final de la mercancía intervenida. La Agencia Tributaria y sus departamentos de Aduanas y Vigilancia Aduanera tienen la competencia directa para detectar y actuar frente a productos que vulneran derechos de propiedad intelectual. Pueden hacerlo por iniciativa propia, cuando detectan mercancías sospechosas de vulnerar un derecho de propiedad intelectual, o a raíz de una solicitud de intervención presentada previamente por el titular del derecho, según recuerdan los inspectores.

Sin embargo, explica Carmen González, responsable del área de gestión de marcas y patentes de Baylos, la verdadera columna vertebral del sistema es la legislación europea. Un reglamento comunitario de 2013 establece cómo deben proceder las aduanas cuando sospechan que una mercancía falsifica o imita una marca registrada. Gracias a ese marco común, las actuaciones se coordinan en todos los puertos y aeropuertos del mercado interior, con procedimientos muy similares en cada Estado miembro.

El proceso, prosigue González, comienza mucho antes de que una falsificación llegue a las tiendas o distribuidoras. Las Unidades de Análisis de Riesgos escanean miles de envíos y, cuando hallan indicios —desde un etiquetado anómalo hasta un importador habitual de mercancía sensible— detienen la mercancía y se lo notifican de inmediato tanto al exportador como a la marca supuestamente vulnerada. Ambas partes disponen de 10 días ―o tres si son bienes perecederos― para analizar el producto y decidir qué hacer.

En este momento se abren dos caminos posibles: si ambas partes están de acuerdo, la destrucción se ejecuta sin intervención judicial y bajo control aduanero. Si el declarante se opone a esa destrucción, el titular de la marca debe iniciar un procedimiento civil o penal para determinar si existe infracción. Las partes pueden solicitar un plazo adicional de otros 10 días. Y si la marca presuntamente vulnerada no presenta acciones judiciales, la aduana libera las mercancías. En el caso de los relojes interceptados en Valencia, señalan desde la Agencia Tributaria, hubo marcas que denunciaron al juzgado y otras que no.

El destino de las falsificaciones, por tanto, está casi siempre sellado desde el principio: si hay acuerdo entre las partes o silencio del importador, se destruyen bajo supervisión aduanera. Solo un puñado de casos termina en los tribunales, normalmente los de mayor relevancia económica o cuando existen delitos añadidos, como el uso fraudulento de precintos o la afectación de productos sensibles como los sanitarios.

La abogada de Baylos explica que, por norma general, las empresas que comercian con falsificaciones suelen consentir la destrucción de los productos. Es un riesgo que aceptan, sugiere, porque saben que la Agencia Tributaria no tiene medios para revisar todos los cargamentos que entran o pasan por España. Así que cuando uno cae, se da por perdido sin mayor problema. Por eso, prosigue González, las grandes marcas suelen colaborar de forma estrecha con Aduanas para estrechar el cerco sobre esta actividad. Lo hacen aportando catálogos, registros, modelos y detalles técnicos que facilitan identificar las imitaciones con rapidez. Ellas mismas asumen, además, los costes de la destrucción.

De cosméticos a juguetes

En los últimos años, añade González, se percibe un proceso de sofisticación de las imitaciones. Los sectores más golpeados son el textil, desde ropa hasta bolsos, y el lujo, aunque también tiene un peso muy estacional ―principalmente en los meses previos a la Navidad― el sector de los juguetes. También se suele encontrar tabaco, alcohol o perfumes.

Las tendencias observadas en España encajan con el diagnóstico europeo: el negocio de las falsificaciones no solo crece en valor, sino que se vuelve más complejo y transversal. El informe de la Comisión Europea sobre la aplicación de los derechos de propiedad intelectual en 2024 confirma un récord histórico en el valor de las mercancías intervenidas y una presencia cada vez mayor de productos de alta gama, artículos tecnológicos, cosméticos y de ocio. También apunta a una mayor sofisticación de las redes, al uso de rutas logísticas diversas y a la entrada de nuevos países de tránsito. A China y Turquía, por ejemplo, se le ha unido Emiratos Árabes Unidos.

En este contexto, la actuación de la Agencia Tributaria española no es una excepción, sino parte de una estrategia coordinada a escala europea, basada en procedimientos armonizados y en un intercambio constante de información. El informe europeo subraya que más del 80% de las intervenciones en la UE terminan en destrucción de la mercancía y que la cooperación entre aduanas, cuerpos policiales y titulares de derechos es clave para hacer frente a un fenómeno cada vez más globalizado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_