Los criptoactivos fueron las únicas inversiones que generaron pérdidas en la última declaración de la renta
En el IRPF de 2023 se reconocieron unas 286.000 operaciones con monedas virtuales. Más de la mitad reportaron números rojos, con una media de 110 euros


Las criptomonedas han logrado consolidarse como una categoría fiscal propia en la declaración de la renta, aunque no siempre para bien. En 2023, último ejercicio con datos disponibles, las monedas virtuales fueron el único activo de inversión que arrojó pérdidas patrimoniales netas entre los declarantes, con un agujero medio de más de 100 euros por transacción. A diferencia de los inmuebles, fondos, acciones y otros vehículos de inversión ―que generaron ganancias netas―, las criptomonedas dejaron pérdidas conjuntas por 31,6 millones de euros, según datos de la Agencia Tributaria.
En total, ese año se reconocieron 286.671 operaciones con criptoactivos sobre más de 20 millones de declaraciones, con una pérdida media de 110 euros por transacción. Aunque la cifra no resulta elevada a nivel individual, sí lo es por volumen: más de 151.000 operaciones acabaron en pérdidas, frente a 122.914 con ganancias. Apenas 12.000 se saldaron en equilibrio. El patrón es claro: muchos contribuyentes vendieron en números rojos, y lo hicieron de forma casi generalizada.
Para entender las razones del fenómeno hay que remontarse al llamado criptoinvierno de 2022, cuando el sector sufrió una caída de aproximadamente el 70%. Sin embargo, más allá de la montaña rusa que dibujan los gráficos, hay que mirar también al perfil del inversor, a la psicología del mercado y a las particularidades del marco fiscal.
Javier Cabrera, analista de mercados, considera que las cifras reflejan un comportamiento impulsivo y poco experimentado. “Muchos inversores tienen aversión a las pérdidas, por lo que aguantan en mercados bajistas y, en cuanto ven rebotes, venden”, explica. Esta dinámica encaja con el ciclo vivido por las criptomonedas. Desde 2019 fueron subiendo cada año, pero en 2022 sufrieron fuertes desplomes. Entonces, muchos salieron del mercado antes de entrar en pérdidas, lo que explica que en la declaración de ese año —la primera con información específica sobre criptoactivos— se reportaran ganancias.
A partir de ahí, los inversores más rezagados mantuvieron posiciones y vendieron durante los repuntes de 2023, incluso con pérdidas. “Refleja perfectamente la psicología inversora de la mayoría de agentes del mercado”, concluye Cabrera.
Este patrón también lo detecta Raquel Jurado, técnica del servicio de estudios del Registro de Economistas Asesores Fiscales-REAF, quien apunta a la falta de formación como una de las principales causas. “Muchos se suben al carro sin saber dónde se están metiendo”, resume. En el ciclo anterior, predominaban la emoción y la euforia: la gente compraba porque todo subía. Luego, cuando todo caía en picado, “se asustaban y vendían”, añade.
Javier Pastor, director de formación institucional de Bit2Me, destaca el efecto arrastre. “Ese año entró mucha gente nueva, cuando el mercado estaba más eufórico”. De hecho, el número de operaciones registradas por la Agencia Tributaria creció un 73,5% entre 2022 y 2023. Sin embargo, cuando comenzaron las pérdidas, muchos vendieron con el objetivo de mitigar el golpe.
Todos los expertos coinciden: los inversores que más pierden suelen ser los menos formados y los que menos capital arriesgan. “El mercado cripto atrae mucho al pequeño inversor que quiere hacerse rico rápido, sin entender los riesgos. Compran monedas sin respaldo, con gran volatilidad, y en la mayoría de los casos terminan en pérdidas”, advierte Eduardo Armenteros, experto fiscal de la plataforma TaxDown.
La Agencia Tributaria pone números a esta fotografía. De las casi 287.000 operaciones declaradas en el IRPF de 2023, la gran mayoría —el 88,6%— tuvo un importe inferior a los 3.000 euros, con pérdidas netas medias de 434 euros. El 7,4% se situó entre 3.000 y 15.000 euros (con una ganancia media de 55 euros), el 2,4% osciló entre 15.000 y 50.000 euros (1.390 euros de media), y solo el 1,6% restante superó los 50.000 euros, alcanzando un beneficio medio de 14.617 euros.
Jurado considera lógico que las pérdidas se concentren en las inversiones más pequeñas. “La gente sin conocimientos entra con 500 o 1.000 euros para intentar doblarlos. Son perfiles que llevan menos tiempo y no tienen estrategia”, explica. En cambio, quienes invierten mayores cantidades suelen tener una visión a largo plazo, acumulan y han podido beneficiarse de revalorizaciones anteriores.
La volatilidad inherente al ecosistema cripto también juega su papel. “Es un mercado menos regulado, con más estafas, más opacidad... La gente se lanza sin saber y cae en trampas o en monedas sin fundamento ni respaldo”, añade Armenteros. “Muchos se sienten atraídos por las altas rentabilidades y la idea de hacerse ricos sin esfuerzo. Con poco o ningún conocimiento, compran criptomonedas. Pero la volatilidad les termina asustando, y acaban vendiendo”, confirma Cabrera.
Estrategia fiscal
Pero no todo se debe a errores de novato. Una parte de las pérdidas declaradas responde a una estrategia fiscal consciente: vender activos con pérdidas para compensarlas con otras ganancias y así reducir la factura del IRPF. “Es parte de la filosofía del impuesto: tributas por tu ganancia real. Si ganas 1.000 euros con acciones de Tesla o con un inmueble, pero pierdes 1.000 con bitcoin, tu saldo neto es cero y no pagas nada por ese tramo”, explica Armenteros.
Además, las criptomonedas permiten una maniobra que en otros activos está vetada: vender con pérdidas y recomprar de inmediato el mismo activo. Así lo recuerda Jurado. En Bolsa, si se venden acciones en rojo y se compran enseguida, esa pérdida no se puede imputar fiscalmente, ya que se exige un periodo de espera. En cambio, los criptoactivos escapan a esa restricción, puesto que no tienen la consideración de valores cotizados ni de activos tradicionales. “Puedes recomprar al momento y computar la pérdida en la declaración”, concluye.
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