Nvidia se convierte en la primera cotizada en conquistar los 4 billones de dólares de valor en Bolsa
La tecnológica supera el miedo al frenazo inversor y marca récord tras récord al calor del entusiasmo por la inteligencia artificial. La empresa encadena ocho trimestres consecutivos de crecimiento de sus ingresos


Nvidia juega en una liga propia. La multinacional con sede en Santa Clara, emblema de la nueva era industrial de California, es una máquina de romper récords: fue la primera empresa de chips en alcanzar el billón de dólares en Bolsa y ahora logra el hito de los cuatro billones. Lo hace, además, tras encadenar ocho trimestres consecutivos de crecimiento en sus ventas. Los ingresos de Nvidia superaron los 44.000 millones en el primer trimestre fiscal de 2025, un 69% más que hace un año. Con todo, ha sabido resistir un periodo marcado por la volatilidad. A comienzos de año, la irrupción de DeepSeek —un modelo de IA chino mucho más barato— desató el pánico. El miedo a un frenazo en la inversión tecnológica espantó a los inversores, que borraron casi 600.000 millones dólares de su valor en Bolsa en una sola sesión (un récord más para la lista). Pero ahora el gran fabricante de chips saborea la revancha.
La empresa ha logrado salir del bache bursátil provocado, primero, por la irrupción de DeepSeek, y luego profundizado por el caos arancelario de Donald Trump y las nuevas restricciones de exportación que Washington impuso a sus chips H20 a China, que le obligaron a asumir un coste de 4.500 millones por exceso de inventario. El valor, que llegó a caer hasta los 94,3 dólares, avanza un 74% desde sus mínimos del año marcados en abril, mostrando que la IA sabe endiablar a los inversores.
David Rainville, gestor de carteras en Sycomore AM, parte de Generali Investments, considera que el rebote es fruto de los fundamentos sólidos que muestra la compañía. “Nvidia vuelve a cotizar en máximos, pero esta vez el movimiento refleja una mejora real en la demanda de chips de IA”, explica. “Incluso a estos niveles, la acción no está cara: cotiza a unas 26 veces el beneficio por acción previsto para 2026, muy por debajo de los múltiplos de la era covid. Si la demanda sigue sorprendiendo al alza, como creemos que será, veremos revisiones positivas en beneficios que justificarán la valoración actual”, argumenta.
Por lo pronto, Nvidia sabe dar alegrías, y logró cerrar su último trimestre fiscal con márgenes sólidos. De hecho, la vasta mayoría del consenso de analistas recomienda la compra del valor y fijan un precio objetivo de 173,5 dólares por acción (hoy superó la barrera de los 164 dólares), lo que implica un potencial de retorno cercano al 6%. El mercado confía, con euforia moderada tras las últimas subidas, en su capacidad de escribir nuevos capítulos para los anales de la historia bursátil, sobre todo porque hay un buen sustento material para cumplir con las expectativas: sus grandes clientes.
Microsoft, Meta, Amazon y Alphabet (Google) —que juntas aportan más del 40% de los ingresos de Nvidia— no solo mantuvieron sus planes de inversión en infraestructura de inteligencia artificial, sino que los ampliaron. Según cálculos de Bloomberg, estas tres empresas destinarán 350.000 millones de dólares a inversiones en IA en los próximos años, frente a los 310.000 millones del ejercicio anterior. Ese impulso se refleja en los resultados del gigante de los chips: solo en el último trimestre Nvidia ingresó 39.100 millones de dólares por su negocio de centros de datos, un 73% más que hace un año.
El impulso es reflejo de un cambio en cómo se mide y se usa la IA. Ya no basta con entrenar modelos: ahora se trata de ponerlos a trabajar intensivamente. Cada vez que una IA responde, razona o toma decisiones, procesa lo que se conoce como tokens, que son fragmentos de datos que permiten a los modelos calcular y generar respuestas. Cuantos más tokens se procesan, más se usa la IA, y, por tanto, más capacidad de cómputo necesita un chip. Richard Clode, gestor de Janus Henderson, destaca que “el mercado se equivocó al centrarse en el bajo coste de entrenamiento de DeepSeek y no en la intensidad de cálculo que exige su razonamiento”.
Ese uso se ha disparado, cuentan los analistas de Citi. Microsoft procesó más de 100 billones de tokens en el último trimestre de 2025, cinco veces más que hace un año. Google, por su parte, procesa más de 480 billones al mes. “La generación de tokens se ha multiplicado entre 50 y 100 veces en solo un año”, concluyen desde Citi en un informe. Eso exige una capacidad de cálculo sin precedentes y más potencia de los semiconductores, lo que deja el mercado abierto para que Nvidia siga respondiendo tal y como lo viene haciendo desde hace cinco años, periodo en el que su cotización se dispara un 1.630%.
Bank of America ha elevado recientemente sus previsiones sobre la empresa. La analista Vivek Arya prevé que Nvidia alcance un beneficio por acción (BPA) de 7,23 dólares en 2028, que podría superar los 10 dólares si se confirma un mercado total de 500.000 millones de dólares en aceleradores de IA. Eso sí, si logra mantener una cuota de mercado del 80%. “Blackwell está en plena producción, con los grandes clientes instalando cerca de 1.000 sistemas completos por semana”, apunta Arya. “Ese ritmo de despliegue representa más de 100.000 millones de dólares anuales en ventas potenciales”, agrega.
Nvidia ha logrado por ahora sortear los riesgos geopolíticos. Tras el veto al chip H20 en China, los 15.000 millones de dólares en ventas previstas para el primer semestre ya están incorporados en sus cuentas, y la compañía está explorando versiones adaptadas para seguir operando en ese mercado. Al mismo tiempo, está relocalizando su producción y pretende fabricar chips en Arizona y ensamblar supercomputadoras en Texas. “Nuestro objetivo es claro: fabricar chips y superordenadores en EE UU en un año”, afirmó Jen-Hsun Huang, consejero delegado de la compañía.
“La acción sigue siendo atractiva en este contexto”, concluye Aziz Hamzaogullari, de Loomis Sayles. Los chips que diseña Nvidia —y que fabrica, en su mayoría, la taiwanesa TSMC— han dado alas para creer que se avecina una transformación inédita de las relaciones sociales y económicas. Hoy es un nuevo acontecimiento en la historia de la Bolsa. Historia que, lejos de cerrarse, acaba de empezar.
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