Bruselas recomienda a España elevar los ingresos para pagar las pensiones
La Comisión estima que las jubilaciones se comerán el 41% de la recaudación de impuestos y cotizaciones hasta 2050, por lo que aconseja adelantar reformas que fortalezcan las finanzas públicas

La población envejece y la esperanza de vida aumenta, lo que incrementa la factura de las pensiones, que consumirá cada vez más ingresos públicos y dejará menos margen para financiar otras políticas prioritarias para el Estado del bienestar y apuntalar la competitividad. Aunque Europa entera está en una encrucijada, España es de los países más expuestos: tiene un déficit y una deuda elevados, y deberá destinar de media a las jubilaciones un 41% de la recaudación procedente de impuestos y cotizaciones entre 2022 y 2050. Es, a menos que introduzca cambios que eleven los ingresos, el porcentaje más alto de todo el club comunitario. Le siguen Portugal (39,1%), Italia (38,8%) y Rumania (38,3%). “Se prevé que España, Portugal y Rumania alcancen su punto máximo de gasto en pensiones alrededor de 2050, lo que podría ser un incentivo para adelantar reformas fiscales que mejoren la sostenibilidad de sus finanzas públicas a largo plazo”, recomienda la Comisión Europea en su último informe anual sobre recaudación.
Bruselas dedica un capítulo entero al impacto que tendrá el declive demográfico sobre los ingresos públicos, apoyándose en las proyecciones del Informe sobre el Envejecimiento de 2024, que calcula la evolución del gasto en pensiones entre 2022 y 2070. El pico máximo a nivel comunitario se tocará en 2036, con una factura del 12,2% del PIB en el promedio de los Veintisiete, para después estabilizarse en el 12%.
Sin embargo, la carga y la progresión del gasto varían mucho en función del país. Para España, el mayor esfuerzo se producirá entre 2046 y 2051, puesto que la generación del baby boom —más numerosa y con mejores prestaciones— se retirará más tarde que en otros países, debido a la distinta evolución económica y demográfica del país.
Las costuras del sistema español de pensiones ya están más que tensionadas pese a las reformas recientes. Las cotizaciones sociales no alcanzan para pagar las jubilaciones, por lo que Hacienda ha empezado a transferir parte de su recaudación a la Seguridad Social: ya uno de cuatro euros de todas las pensiones se paga con impuestos y deuda pública.
España será el país de la UE con el mayor gasto en pensiones cada año entre 2044 y 2066 —hasta 2043 lo será Italia y, a partir de 2067, Luxemburgo—. El pico máximo llegará en 2051, cuando deberá destinar un 17,3% del PIB a las pensiones. Si se considera el periodo completo, 2022-2070, España, Italia y Bélgica liderarán el desembolso medio anual en pensiones, con un 16%, 15,5% y 14,6% de su PIB, respectivamente.
Estos incrementos “reducirán el margen de inversión en otras áreas relacionadas con el envejecimiento, como sanidad, cuidados de larga duración y educación, y no relacionadas con el envejecimiento, como I+D, defensa o vivienda, en igualdad de condiciones”, incide la Comisión. Y avisa: “La situación puede volverse especialmente peligrosa para los países más propensos a altos déficits públicos”. Otro grupo en el que España figura, aunque ha corregido sus números rojos con fuerza desde los picos de la pandemia.
El déficit público se situó en el 2,8% del PIB el año pasado —excluido el gasto extraordinario por la dana, que Bruselas no computa a efectos del déficit—, por debajo del 3% que marcan las reglas europeas. El Gobierno aspira a recortarlo al 2,5% este ejercicio, una rebaja que descansa más en el crecimiento económico que en acciones concretas dirigidas a la consolidación.
Margen para ingresar más
El informe compara el peso las pensiones sobre los ingresos fiscales —en los que incluye tanto impuestos como cotizaciones sociales—, otro terreno resbaladizo para España: la recaudación sobre el PIB es inferior a la media comunitaria. “Algunos [países] con un mayor gasto en pensiones (por ejemplo, España y Portugal) presentan una presión fiscal persistentemente inferior a la media de la UE”, detalla el Ejecutivo comunitario. En cambio, los socios con una presión fiscal ya elevada, como Italia o Bélgica, tienen menos margen para elevar la carga impositiva sin que el alza dañe la competitividad.
Bruselas lanza así un aviso a navegantes, cuya lectura puede ser doble. Estados con una presión fiscal elevada y un elevado gasto en pensiones proyectado, como Italia —impuestos y cotizaciones suponen más de un 42% del PIB—, tienen un espacio de maniobra muy reducido por el lado de los ingresos. Mientras, países como España, con un desembolso en jubilaciones igual de asfixiante de cara al futuro, tienen algo de espacio para aprovechar.
La ratio de impuestos y cotizaciones sobre el PIB en España se situó ligeramente por debajo del 37% en 2024, frente al 39,6% de la media europea. Esta brecha está enquistada al menos desde 1995, según recuerda la Comisión. El Gobierno la ha esgrimido para defender las subidas tributarias aprobadas en los últimos años, aunque no ha impulsado una reforma en profundidad del sistema fiscal, que tiene numerosos agujeros por los que se escapa recaudación y que Bruselas reclama revisar.
El ajuste se complica por el declive demográfico, que impactará sobre los ingresos “procedentes de la mano de obra en muchos Estados miembros”, que suponen el 50% de la recaudación para la mayoría del club. La escasez de capital humano también dificulta invertir en sectores estratégicos con potencial para elevar la productividad, un déficit que la Comisión recomienda cubrir con distintas acciones: elevar la participación de las mujeres en el mercado del trabajo, alargar las vidas laborales, atraer trabajadores extranjeros y retocar la fiscalidad para incentivar el acceso y permanencia en el empleo, entre otras.
España ya ha reformado las pensiones alargando la edad de jubilación, introduciendo incentivos en el IRPF para prolongar las vidas laborales y subiendo cotizaciones. De hecho, es el país que más prevé elevar los ingresos del sistema en el largo plazo, según destaca el informe, un 2% del PIB para 2050, seguido por Chipre (1,8%). Aun así, los desafíos se acumulan y Bruselas deja claro el diagnóstico: se necesita más recaudación para mantener el sistema, y el reloj demográfico no espera.
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