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Un pueblo de Zaragoza de 1.200 habitantes se prepara para acoger a 2.200 trabajadores chinos, el doble de su población

Los asiáticos serán los encargados de levantar en Figueruelas la fábrica de baterías eléctricas de CATL para Stellantis

Vista aérea de Figuerelas, Zaragoza.

Luis Bertol, alcalde de Figueruelas, repite la cifra con tanto asombro como preocupación. “Tendremos a 2.200 personas chinas trabajando en la factoría, repito, 2.200 personas”, le dice a la Cadena SER de Zaragoza remarcando la magnitud de una llegada que supera con creces su propio censo. Figueruelas, a menos de media hora en coche de la capital aragonesa, tiene 1.273 habitantes empadronados, pero prácticamente los triplicará con la llegada de estos ciudadanos asiáticos a partir del año que viene. Llegarán de la mano de la empresa china CATL, que levantará una fábrica de baterías eléctricas para los coches de Stellantis, con factoría en el mismo término municipal, la Opel de toda la vida. Un auténtico desafío tecnológico, demográfico y social.

“Ellos quieren estar lo más cerca posible de la fábrica”, explica Bertol, cuyo Ayuntamiento “ha ofrecido ya varios terrenos disponibles para acogerlos”. Pero la tarea no es fácil en un municipio, como en tantos de España, donde apenas hay oferta de viviendas disponible. “La solución pasa por construir mobil homes [casas móviles]”, apunta este edil, que no descarta que se movilicen también en otros municipios limítrofes y con otras administraciones, como el Gobierno de Aragón, que por aquello de las cláusulas de confidencialidad de estos contratos, prefiere no dar detalles y se remite a un plan que comunicará próximamente. Lo que sí se sabe es que para los ingenieros top y sus familias, la empresa está buscando alojamientos en la capital aragonesa, misión que tampoco es fácil sin un buen talonario. En Zaragoza han subido los precios de los alquileres más de un 10% en el último año y, según fuentes del sector, las demandas ligadas a nuevas inversiones como estas todavía lo encarecerán más. Pero todo sea por la transición eléctrica.

Stellantis esperaba las ayudas estatales y europeas del PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) para impulsar una fábrica de baterías. El anuncio, con 133 millones de euros, lo hizo en Zaragoza en octubre de 2024 el ministro de Industria Jordi Hereu, y un mes después llegó la noticia más esperada en el sector que en Aragón da de comer a 20.000 personas: la unión de la multinacional del automóvil con un gigante de la tecnología eléctrica, la china CATL, para levantar en Figueruelas la mayor fábrica de baterías de litio fosfato de Europa. Unos 4.100 millones de euros de inversión y 3.000 empleos cuando ya esté operativa, en 2027. Pero antes hay que levantarla. Y para eso vienen los dos millares de trabajadores chinos.

“Nadie conoce esta tecnología, ni en Aragón, ni en España, ni siquiera en Europa”, explica un experto del sector del automóvil que prefiere no dar su nombre, también por aquello de la confidencialidad que rodea este asunto. “Tenemos suerte en Aragón ―continúa― de que la fábrica de baterías lleve la firma de la china CATL, porque solo ellos tienen este nivel en esta tecnología y así podremos aprender”. La situación recuerda a otra similar con la que ahora muchos ven inevitables comparaciones, la llegada de la propia General Motors a Figueruelas hace más de 40 años.

“Entonces vinieron trabajadores americanos, alemanes y hasta japoneses”, recuerda el exdirectivo de GM José Luis Marqués, que trabajó en el departamento de Recursos Humanos y llegó a ser director de Manufacturas de la planta de Figueruelas. “Llegó una brigada de trabajadores japoneses porque la línea de prensas era de Japón, los alemanes porque eran proveedores de montajes y maquinaria y también vinieron, aunque menos de Estados Unidos, sobre todo directivos y mandos intermedios, y hasta de la base americana que entonces estaba en Zaragoza, los que eran bilingües y ayudaban en la traducción”.

Precisamente uno de esos militares era el abuelo de David Romeral, gerente hoy del clúster del automóvil de Aragón, que también ve paralelismos entre la llegada de los chinos ahora y los extranjeros de entonces. “Mi abuela zaragozana acabó casada con James Trujillo, un militar americano de la base que en 1984 cambió la vida militar por la civil en la GM, era un gran experto en logística, y además bilingüe”.

¿Acabará pasando algo parecido con la llegada de estos trabajadores chinos? La revolución social está asegurada en un municipio donde solo hay un bar y apenas un centenar de alumnos en su única escuela. Por no decir que Figueruelas triplicará con su venida el porcentaje actual de su población extranjera. De hecho, ha tenido que ser una dirección general especial del Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones —la Unidad de Grandes Empresas y Colectivos Estratégicos—, la que aborde la parte administrativa para facilitar los permisos de semejante contingente. “El proceso de selección se hará en origen —explica el delegado del gobierno de España en Aragón, Fernando Beltrán— todo en bloque y con la documentación regulada y ordenada desde China”. Es el primer proceso de estas características que se da en la comunidad y que, según Beltrán, se hará por fases en cuanto a su llegada a Aragón, a partir de este año y el que viene y hasta el final de la construcción de la factoría. Una vía especial que da pie también a otras preguntas: ¿Se adaptarán a la legislación laboral española?

“Tendrán que cumplir las mismas leyes españolas, los convenios y las condiciones de aquí”. Lo dice el secretario regional de UGT en Aragón, José Juan Arceiz, que remarca “y vamos a estar atentos para que así sea”. No es el único.

El que sigue de cerca el proceso es el mismo presidente de Aragón, Jorge Azcón, tanto que en el breve tiempo que tenía para exponer su mensaje en la última Conferencia de Presidentes del pasado 6 de junio, el líder popular aragonés incluyó también esta particular avalancha china. “Nos interesa la inmigración —remarcó Azcón— legal y ordenada, y que pueda venir gente a nuestra comunidad a tener un puesto de trabajo, a encontrar su lugar y aportar en Aragón” y citó de ejemplo de cooperación con el ministerio la tramitación de los permisos de estos dos millares de trabajadores asiáticos para Stellantis. Hacerlo estos días en los que Aragón se enfrenta al Gobierno de España por la acogida de menores migrantes tuvo su miga.

Lo que está por ver es si estos trabajadores, llegarán y se quedarán. En una comunidad despoblada como Aragón, el territorio no es problema, otra cosa son los planes de la multinacional. China ha desplegado contingentes similares en otros países y una vez acabado el trabajo hacen las maletas y vuelven a casa. Lo que será de esta futura Chinatown aragonesa habrá que esperar para saberlo. Pero de momento, la expectación está asegurada.

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