Precios desbocados

La economía ya estaba entrando en un escenario de estanflación antes de la invasión de Ucrania. Ahora, con la subida adicional de los precios de la mayoría de materias primas, la dinámica se ha intensificado. La inflación total ya está próxima al 10%, la subyacente al 3,4% y crece medio punto cada mes. Eso indica que las expectativas de inflación de las empresas ya se han activado y están repercutiendo las subidas de costes a sus clientes.

El Banco Central Europeo (BCE) ha cambiado también su discurso y asume que la crisis de inflación es permanente. Ya ha anunciado que reducirá significativamente sus compras de deuda en mayo. El bono a 10 años español ha subido un punto porcentual de tipo de interés en los últimos meses y seguirá subiendo en el próximo año. Eso aumentará los tipos de hipotecas y de crédito a empresas con el objetivo de contener la inflación.

El Gobierno acaba de presentar un plan para tres meses, asumiendo que la crisis es transitoria. Si los precios del petróleo, gas y resto de materias primas dentro de tres meses siguen altos, ¿cuál será el plan? España tiene una inflación mayor que nuestros socios europeos por el error del PP en 2013 de vincular los precios de la tarifa minorista al pool mayorista. Nuestros vecinos portugueses, con el mismo mercado mayorista que nosotros, tienen una tarifa regulada a la mitad de precio para sus consumidores. ¿Por qué no ha cambiado aún el Gobierno la tarifa?

El siguiente error, el mismo que cometió el último gobierno franquista en 1973, es embalsar inflación y no repercutir a los consumidores toda la subida de las materias primas. El gas es más caro porque es más escaso y es necesario adaptar nuestra economía cuanto antes a la nueva realidad. Y ha estado 10 años a un promedio inferior a 20 euros megavatio y la Comisión Europea ya estima el nuevo precio de equilibrio en 80 euros.

El Gobierno y la Comisión sí aciertan permitiendo apoyo a los sectores más afectados, transporte, industrias y las familias con rentas más bajas, reforzando el ingreso mínimo vital. El mayor riesgo ahora es que las empresas suban en exceso los precios para proteger sus márgenes. Los trabajadores pedirían más subidas de salarios, las empresas subirían precios, y los trabajadores pedirían de nuevo más salarios. Así llevamos la inflación al 30% en 1977, la tasa de paro al 20% y no bajó de ese nivel hasta diez años después.

La única solución estructural es reducir el consumo del gas y del petróleo. La ventaja que no había en 1973 es que hoy hay tecnologías renovables alternativas que producen más barato y sin emisiones contaminantes. España tiene las mejores condiciones de sol y viento de Europa. Sorprende leer que el Gobierno pretenda subvencionar el gas y el carbón en el pool minorista y repercutir ese coste a las renovables. Esperemos que haya vida inteligente en Moncloa y Bruselas para evitarlo. España volvería a ser un país no invertible para fondos internacionales, como ya sucedió tras el impuesto al sol de Rajoy en 2013.