El PP de Barcelona da marcha atrás y ahora se conforma con estar en la oposición

Donde dije digo, digo Diego. Y si hace apenas dos meses el presidente del grupo municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento barcelonés, Alberto Fernández Díaz, decía que su formación aspiraba a gobernar la ciudad de la mano del alcalde nacionalista, Xavier Trias (véase EL PAÍS del 3 de noviembre), ahora cree que su lugar es permanecer en la oposición. "No se dan las condiciones para gobernar con CiU", dijo ayer Fernández Díaz. En realidad, los nacionalistas solo llamaron a la puerta del PP para poder aprobar los presupuestos de este año. Y a partir de ese momento, cada uno en su casa. Ese parece ser, al menos por ahora, el panorama de las relaciones entre CiU y PP. Sobre todo después de que el propio alcalde dejara claro que una cosa es pactar presupuestos y otra gobernar.

Ese doble rasero es, en opinión de Fernández Díaz, la prueba de "la confusión ideológica de CiU". El líder del PP está ahora convencido de que la posibilidad de acuerdo es inexistente por "la deriva independentista" de CiU. Todo parece indicar que a partir de ahora el PP volverá a ejercer de oposición firme. Desde las filas de CiU el anuncio de Fernández Díaz de resituarse en la oposición fue acogida con aparente indiferencia. "Nosotros queremos llegar a acuerdos concretos con todos", insistía el primer teniente de alcalde, Joaquim Forn. Para los socialistas, sufridores de gobernar en minoría, a Trias le queda cada vez menos tiempo para gobernar de verdad. "Nosotros no llamaremos a su puerta", aseguró la portavoz socialista Assumpta Escarp. ICV-EUiA cree que ya es hora de que CiU defina su proyecto. Y Jordi Portabella (UxB) está convencido de que el futuro de un hipotético acuerdo entre CiU y el PP en el Consistorio no se despejará hasta dentro de unos meses, cuando la política catalana tenga claras las consecuencias de la mayoría del PP en el Gobierno central.