Oriental

Parece que en Japón así llega el invierno se dan a comer ostras fritas, que ellos llaman kaki fry, y que pueden ser aliñadas con algún excitante como el wasabi, género vegetal picante descendiente de una suerte de rábanos que se crían a las orillas de los ríos de aquel lugar.

También comen gyozas, que son unas empanadillas mitad fritas mitad cocidas, cuyo relleno son carnes y vegetales y que nos recuerdan al más conocido entre nosotros dim sum.

Mientras, sus vecinos vietnamitas se regodean con los rollitos frescos, con langostinos, fideos crujientes, menta y cacahuete, jugosa combinación que suena al morderla y pica nada más introducirla en nuestra boca si previamente la hemos remojado con alguna de las rojas salsas que allí acostumbran.

Todo eso sucede en Oriente en el tiempo que nosotros lo contamos, y si tenemos ganas de reproducirlo en nuestro lugar podemos dirigirnos a Appetite, donde nos lo servirán de la misma suerte que el original. No en balde la cocinera del local ha nacido en aquellas tierras y ha desarrollado su carrera profesional al hilo de aquella cultura gastronómica.

Aunque no solo de aquellos criterios se sirven en el restaurante. Sus platos están también inspirados en otros mundos, como el norteafricano o el americano, del que extraen conceptos y sabores, de forma fundamental aquellos que provienen de la multitud de especias que los distinguen de nuestra forma de comer, y que se concretan en aliños para los cangrejos o guarnición para las chuletas de cordero, que logran conservar su sabor original a la vez que se rodean de matices sugerentes.

Cocina para nosotros exótica, con un punto de sofisticación, bien concebida y ejecutada, que se sirve a precios razonables en un pequeño local correctamente decorado.