El charco atómico
Alfredo Pérez Rubalcaba tachó ayer la discusión sobre la eventual prórroga de la vida de la central nuclear de Garoña de "polémica disparatada". Prueba de ello es quizá que las tertulias han tratado con detalle el tema mientras la prensa económica apenas le ha dedicado espacio.
En síntesis: La Vanguardia adelanta el miércoles que el Gobierno está dispuesto a extender la vida de las nucleares a petición de los sindicatos como contrapartida para alargar la edad de jubilación a 67 años. Eso desata una serie de mensajes confusos. Esa misma mañana Miguel Sebastián dice en la Cadena SER que puede ser: "Entiendo que esa extensión de la vida de las nucleares que solicitarían los sindicatos se refiere al resto de centrales", no a Garoña. Esta instalación tiene licencia hasta 2013 por decisión de Industria. Ramón Jáuregui admite en TVE que él no está en la negociación, lo que no le impide opinar: "Si implica alguna modificación a lo que el Gobierno había podido hacer, bienvenido sea". Fuentes de La Moncloa afirman que se ampliará Garoña si hay un "pacto global" con los sindicatos.
La historia es redonda salvo porque ni CC OO ni UGT habían pedido la prórroga, según sostienen ambos sindicatos. Argumentan que no tiene sentido, que no podrían aceptar la jubilación a los 67 años a cambio de una nuclear cuyo cierre está previsto en 2013, y que por lo tanto un presidente del PP aún puede cambiar. Ampliar la vida del resto de las nucleares es menos creíble, pues caducan a partir de 2021. El texto de negociación sobre energía no incluía lo nuclear, y el Gobierno lo desmintió por la tarde. ¿Fue un grave cortocircuito de comunicación o un globo sonda sin tino? Rubalcaba lamentó ayer "no haber cortado a tiempo" esa polémica.
Un corresponsal extranjero define uno de los problemas del Gobierno: "Si ve tierra, toma una pala, cava y echa agua. Luego salta dentro y protesta: '¡Menudo charco!".
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