El rencor de un nuevo Ricardo III
'Queipo, el sueño de un general' retrata el ansia de poder en el Teatro Central
El general Gonzalo Queipo de Llano fue uno de los personajes clave de la rebelión militar de 1936. Sus charlas radiofónicas, plagadas de amenazas y chistes, han pasado a la memoria como ejemplo de propaganda. Sirvieron para elevar la moral de sus partidarios y para desgastar a sus enemigos. Su vida estuvo marcada por el ansia de poder.
Una nueva obra bucea en su figura. Queipo, el sueño de un general, de Pedro Álvarez-Ossorio, se estrena en el Teatro Central de Sevilla mañana jueves. El espectáculo también estará en cartel el viernes, sábado y domingo. El actor Antonio Dechent, que encarna a Queipo, está en el origen de la obra. Dechent propuso hace dos años a Álvarez-Ossorio crear un espectáculo sobre el general. Completan el reparto Amparo Marín, Antonio Campos y Oriol Boixader.
Antonio Dechent encarna al militar en la obra de Pedro Álvarez-Ossorio
La obra comienza en 1951. Queipo ha muerto. Unos periodistas relatan su entierro mientras el público ve al general en su lecho de muerte. Desde allí surgen sus ensoñaciones con el rey Ricardo III, su relación con Franco, su amistad con el cardenal Segura, sus discursos emitidos por la radio, sus acuerdos y desacuerdos con su hija Maruja y su ayudante y posterior yerno, Juliano Quevedo... Los años que transcurren entre 1936 y 1951 sirven de marco a una historia en la que la radio funciona como hilo conductor.
Álvarez-Ossorio habló ayer de la cambiante trayectoria política de Queipo. "Fue monárquico y defendió a Primo de Rivera. Cuando llegó la República se hizo más republicano que nadie. Luego se levantó contra la República. En 1939 fue desterrado a Roma por Franco. Es un hombre golpista por naturaleza que intenta ser el protagonista absoluto en todos los momentos", explicó Álvarez-Ossorio.
"Este espectáculo pretende que sea Queipo el que se juzgue a sí mismo. Son sus palabras y sus textos. Casi todo lo que dice Queipo lo ha defendido y está publicado. Sus largos monólogos en la radio han sido publicados", aseveró el autor y director de la obra. "Nuestro interés es reflexionar sobre la historia para que las cosas que han ocurrido si han sido funestas no vuelvan a ocurrir", resumió Álvarez-Ossorio. Y agregó: "Un pueblo que no tiene memoria no tiene futuro".
Por su parte, Dechent relató el origen de su acercamiento a la figura del general. "Empecé a interesarme por Queipo por los discursos de la radio. Era un personaje histriónico. Tenía esa cosa de la época de barriobajero, de populachero, de acercarse a la gente... Todo ello combinado con una mirada glacial de reptil y con un ejercicio del poder catastrófico para sus víctimas. En Otelo el personaje que más gusta es Yago y en Macbeth es Lady Macbeth. En cambio, Franco no es interesante. Para interpretarlo hace falta una mesa camilla y un parchís. Queipo me parece un personaje muy interesante", comentó Dechent.
El actor hizo hincapié en la "simbiosis entre el personaje de Queipo y Ricardo III". La figura creada por Shakespeare simboliza la obsesión por alcanzar el poder que no repara en ningún crimen. Dechent recordó que "lo más importante de Queipo es el ansia de poder y el rencor por no haberlo conseguido". "Si fuera una comedia sería el 'Quiero ser califa en lugar del califa' del visir Iznogud", afirmó Dechent.
"He trabajado mucho en el físico y el carácter de Queipo, en todas las opiniones sobre él y todas las descripciones... José María Pemán decía que Queipo era la segunda Giralda de Sevilla. Había gente que hablaba de su mirada, de que nunca se sabía qué estaba pensando", señaló Dechent. El espíritu y el deseo de poder de Queipo se adueñarán del Teatro Central a partir de mañana.

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