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Reportaje:FÚTBOL | Séptima jornada de Liga

Un puesto resbaladizo

Villa, más rematador que pasador, no acaba de mezclar con Messi en la demarcación más problemática del Barcelona después de los traspasos de Eto'o e Ibrahimovic

Jordi Quixano

Poner lazada al juego colectivo del Barcelona no es fácil. "Parece que me lleve mal con los presidentes y con los delanteros centros", dijo con cierta ironía el técnico, Pep Guardiola, al principio de esta temporada, cuando se le cuestionaba por su relación con el dirigente Sandro Rosell y con el ariete Zlatan Ibrahimovic. Lo cierto, en cualquier caso, es que el puesto de punta del Barça es una pasarela tan pública y comentada como resbaladiza. Con Samuel Eto'o no hubo feeling y con Ibra la relación fue escasa y se rompió sin remisión. Con David Villa no hay ningún tipo de problema, más allá de que, por el momento, carece del tino que le define. "Es cuestión de tiempo", insisten desde el club. Tiempo para marcar goles y para congeniar con sus compañeros.

En la Liga, El Guaje solo ha conectado con La Pulga en ocho ocasiones
"Que Villa marque es cuestión de tiempo", explican desde el cuerpo técnico

Villa dispone de varias ocasiones en cada partido que disputa. Muchas de ellas, claras. Pero no acaba de acertar en esa suerte y se le escurren los goles. Como el sábado ante el Valencia, cuando se plantó temeroso en un mano a mano contra César y, en vez de rematar como habitúa, prefirió driblar para asegurar el gol. César absorbió la pelota. Falló el 7. Que Villa remate no extraña porque sus movimientos y desmarques son excelentes. Pero sí resulta un tanto sorprendente porque el ariete apenas participa en el juego colectivo, más allá de ser el remate azulgrana. Entre otras razones, porque no suele retrasarse para elaborar como hace Messi cuando juega en el frente de ataque y porque prefiere reclamar la pelota al espacio y al hueco que de espaldas a la portería. Los jugadores no encuentran con facilidad su línea de pase y él tampoco se aviene demasiado con sus compañeros de fila. "Tiene la voluntad y las ganas... Todo el mundo necesita un periodo de adaptación", señala convencido Guardiola. Incluso Villa.

En verano, los aficionados del Barça se relamían y se hacían la boca agua al pensar en el caudal ofensivo y goleador que se le presumía a su equipo, toda vez que con Guardiola siempre cosechaban rotundas goleadas y, además, se juntaban el bota de oro (Messi) y el pichichi del Mundial, además del máximo goleador en la historia de la selección española (Villa). Pero algo chirría porque el delantero no destroza las redes rivales -29 remates, dos tantos en seis partidos de Liga y cuatro dianas en 10 encuentros entre todas las competiciones-, por más que Leo sí mantenga su pulso anotador, con ocho dianas en lo que va de curso, si se cuenta la Supercopa y la Champions. "No os penséis que vamos a ganar cada encuentro por goleada. Eso ocurrió una vez y no volverá a pasar", argumenta Guardiola.

Acostumbrado a ganarse las habichuelas por sí solo, como le ocurrió en el Sporting y sobre todo en el Zaragoza, Villa era un delantero centro con más recursos que balones recibidos. En el Valencia sí que encontró aliados, como Mata y Silva, y en la selección brilló escorado a la izquierda. "El sistema del Barça no me es desconocido del todo", dijo entonces El Guaje, en referencia a la línea ofensiva de tres y a la cantidad de jugadores azulgrana (siete) que estaban en el equipo. Pero a Villa le falta ensamblarse del todo, que no minutos; del centro del campo hacia delante, solo Iniesta (638) ha jugado más que Villa (517). "Tengo que adaptarme al juego del Barça y no al revés", advirtió el 7 al llegar al club, como si se supiera la lección que reprobó su predecesor Ibrahimovic, desterrado porque no congeniaba con los jugadores ni, principalmente, con Messi. "Es imposible no entenderse con el mejor del mundo", insistía Villa.

Pero los números le son reticentes y desmienten esa teoría. En toda la Liga, Villa solo ha pasado ocho balones a Messi. Menos, por ejemplo, que a Iniesta (19) o Xavi (11). El duelo ante el Valencia lo dejó claro: El Guaje no dio una sola asistencia a Leo, por más que fueran vecinos de parcela. En el sentido inverso, en cualquier caso, no cambia mucho la cosa. Messi dio dos pases a Villa. En la Liga, suma 15, menos también que Iniesta (35) o Xavi (18). No congeniar con Messi, sin embargo, es un pecado capital en este Barcelona, equipo organizado inflexiblemente alrededor del 10. "Es el futbolista más determinante que conozco", le define Villa.

Convencidos de que todo se reduce al tiempo, en el Barça no se detecta nerviosismo alguno. No parece ocurrir lo mismo con el jugador, que, extrañamente en él, no define como siempre -por eso no ha bajado de los 15 goles desde la temporada 2001-2002- y se pelea con los palos o las manoplas de los porteros adversarios. "Si no tuviera ansiedad, no habría marcado tantos goles en mi carrera", replicó el delantero al terminar el encuentro frente al Valencia, su ex equipo. "Lo que hay que valorar es que siempre tiene ocasiones", aclara Guardiola. Solo falta que acierte en el remate para, entre otras cosas, atornillarse en un puesto que ya ha supuesto más de un dolor de cabeza.

Villa, a punto de tirar a puerta en el partido contra el Valencia.

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Sobre la firma

Jordi Quixano
Redactor de Deportes en EL PAÍS desde 2003. Licenciado en la Universidad Ramon Llull. Ha cubierto una Eurocopa, un Mundial y varias Vueltas a España, además de llevar durante años la información del Barcelona, también del Atlético y ahora de polideportivo.

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