Del ballet a la trainera
Andrea Montero, patrona de la embarcación de Perillo, es la única mujer en la historia de la disciplina que asume esa responsabilidad

Cuando los 13 remeros de la trainera de Perillo salen al agua y comienzan a bogar miran hacia popa y encuentran a Andrea Montero, la encargada de mantener nivelada la embarcación o gestionar el rumbo y las viradas. Ella les ordena. Todos obedecen su voz de mando, la que marca el ritmo de las paladas. Nada excepcional, sino fuera porque atienden a la única mujer patrona no ya en Galicia sino a nivel estatal, una pionera que ha aprovechado un cambio de reglamentación que permite traineras mixtas. La normativa cambió cuando los cántabros de Astillero pidieron que una gallega, Vicky Piñeiro, pudiera ser timonel de su embarcación de banco móvil, una adaptación a los tiempos y una necesidad porque es un puesto en el que el peso importa. "El límite para hombres se marca en 55 kilos", apunta Montero. Todos tratan de apurar al máximo y no resulta fácil encontrar hombres de esas características.
"Un día, los propios remeros me ofrecieron probar en el puesto", recuerda
"Nadie quiere ser patrón, todos quieren remar", explica el presidente del club
En Perillo tenían uno. Iván Lema lideró su trainera entre 1993 y 2006, edad de oro para un club que tocó el cielo cuando hace ocho años quedó tercero en la Bandera de la Concha, a 97 centésimas del segundo. Pero a Lema el trabajo le llevó a Fuerteventura. En marzo de este año conocieron a Andrea Montero, de 23 años. "Vino a pedirnos permiso para utilizar nuestro gimnasio", recuerda Javier Rodríguez, presidente del Club de Regatas Salgado-Perillo. A punto de licenciarse en INEF, de Bastiagueiro, Montero viajaba todos los fines de semana hasta O Grove, donde estaba al timón en el batel de Mecos. Pero del trato con la gente de Perillo surgió el ofrecimiento de llevar el barco que participa en la Liga Gallega de Traineras porque, además, el timonel que suplía a Lema quería dar paladas. "Un día, los propios remeros me ofrecieron probar", recuerda.
El reto era mayúsculo. Ninguna mujer lo había abordado y surgieron las dudas. Ahora ya nadie las tiene. "Puede sonar machista, pero no se nota que el timonel es una chica", asegura Javier Rodríguez, que incide en que el puesto de patrón es el más desagradecido en una embarcación. "Nadie quiere serlo, todos quieren remar. El remero no se equivoca, puede tirar más o menos, pero el patrón puede tragarse una virada, errar en una baliza y la regata se va al traste", detalla. Montero, que le escucha, esboza una sonrisa y se declara feliz: "Pues a mí me encanta". Menuda, liviana, dice que tiene genio y mucho carácter, que le gusta asumir responsabilidades. Creció en la gimnasia deportiva y el ballet, ahora hace danzar la embarcación sobre las olas. Jamás soñó verse al frente de 13 remeros, pero no se arruga. "Me parece lo más normal del mundo", explica, antes de incidir en que debe mejorar para crecer en su puesto. "Necesito trabajar todavía más en tierra, en el gimnasio. Lo más difícil para un patrón es la virada. En el batel era más sencillo, pero en la trainera es preciso más fuerza". Y detalla como le preocupa coger bien las olas, conseguir que la embarcación se valga de su movimiento sin cruzarse. "Es buena y puede serlo mucho más", apostilla su presidente, que celebra la exposición mediática que les confiere tener a una mujer al frente. En Salgado-Perillo siempre han tenido vocación por socializar el remo, por dar vuelo a una escuela que trata de generar cantera en el norte de Galicia, lejos del poderío de las rías meridionales, más atentas a la tradición. "No sé si en otros sitios me hubieran dado esta oportunidad", reconoce Andrea Montero.
En Perillo son eclécticos. Durante 40 años, el club ha mantenido su apuesta por el deporte tradicional en un entorno como el de la playa de Santa Cristina, uno de los totems del ocio coruñés. Allí, entre bares, restaurantes y discotecas, siempre hubo hueco para el remo. Ahora están preocupados porque perciben que cada vez son menos los jóvenes que apuestan por un deporte que exige. "Disminuye la capacidad de sacrificio en lo físico", reflexiona Rodríguez, que este invierno vio como 12 de los 18 remeros de la trainera, de la insignia del club, cambiaron de barco o lo dejaron. Por eso busca soluciones y acaricia la idea de llevar su pasión a los colegios de su entorno para organizar competiciones intercentros con remo ergómetro, sin necesidad de salir al mar. Y destierra mitos con Montero, a la que sus compañeros piden "más caña", una osada que, entre risas, confiesa que a veces, en plena faena, le inquieta que de su garganta no brote un vozarrón: "Suuuuppp".

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