El balón de oro
Tanto a España como a Portugal y Grecia no les vendría mal una buena actuación en el Mundial de fútbol. Los economistas creen que cuanto más lejos llega un equipo en la competición, más mejora la economía nacional. Sin embargo, y pese a toda la expectación, cualquier beneficio que se dé fuera de Sudáfrica, la anfitriona, tendrá los días contados. A lo mejor a los ganadores se les pega parte del brillo del balón de oro. Pero con 32 equipos en liza habrá muchos más perdedores.
El economista de ING Charles Kalshoven afirma que cuanto más lejos llegue el equipo holandés, mejor le irá a la economía de Holanda, porque los comercios minoristas y los restaurantes obtendrán más ingresos de las inversiones que han realizado para hacerse con los beneficios del torneo. La mejora de la confianza de los consumidores también inducirá un aumento del gasto.
Este efecto podría dar un respiro muy necesario a las vapuleadas economías española, portuguesa y griega. No cabe duda de que a otros gobiernos que están luchando por imponer duros planes de austeridad también les vendrá bien algo de alegría nacional si sus equipos tienen una buena actuación.
Pero el efecto también funciona en el sentido contrario. Para los equipos que tengan que volver pronto a casa, la decepción en el campo seguramente se reflejará en la actitud nacional, tanto en las calles como en los centros de trabajo.
Además, ni siquiera un éxito futbolístico garantiza una recuperación sostenida. La victoria histórica de España en la Eurocopa 2008 quizá diera al país un estímulo a corto plazo, pero no hizo nada por la economía a largo plazo. El desempleo se ha duplicado, desde algo menos del 10% hasta el 20% aproximadamente, desde que el capitán español Iker Casillas alzara el trofeo Henri Delaunay. A Grecia no le ha ido mejor desde que desafiara sus posibilidades de ganar el campeonato europeo cuatro años antes.
Puede que las expectativas sean altas, pero las superestrellas del fútbol no van a tener éxito donde no lo han tenido los gobiernos y los bancos centrales. Es más probable que se den milagros en el césped que milagros financieros.
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