Los valones belgas vetan una escisión territorial de los flamencos

La prevista algarada política en la Cámara de Representantes belga quedó reducida ayer a unos simples gritos de "¡democracia!" de los flamencos más extremistas. Los radicales expresaban así su frustración por verse privados de debatir la escisión de la circunscripción electoral en torno a Bruselas, después de que los partidos francófonos recurrieran al mecanismo constitucional que paraliza un procedimiento cuando una medida puede dañar irreparablemente a un grupo lingüístico belga.

Bélgica se ha construido sobre el consenso, crecientemente puesto a prueba, y todas las medidas de calado y de reforma del Estado se han adoptado mediante ardua negociación. La escisión unilateral de la circunscripción de Bruselas-Hal-Vilvorde (BHV en la jerga política local) que buscaban los flamencos, que suponen el 60% de los belgas, rompía esa práctica en detrimento del 40% de francófonos.

Antes de que la propuesta llegara al plenario, los jefes de los grupos políticos francófonos presentaron la moción (de admisión automática) para que la propuesta no entrara en la Cámara y fuera desviada hacia el Gobierno, que tienen 30 días para estudiarla.

La cuestión ahora es si un Gobierno en funciones abordará este contencioso o quedará para la próxima legislatura, la que debe salir de unas elecciones previstas para junio y que siguen sin ser convocadas.