Un hombre fiel a María San Gil y bajo la presión de ETA
Santiago Abascal Conde (Bilbao, 1976) nació en una familia amenazada por ETA. Su abuelo, diputado foral de Álava y alcalde de Amurrio, ya recibió una carta de la banda armada en 1981 que le pedía "10 millones de pesetas en billetes usados"; su padre, referencia del PP en el valle de Ayala, ha visto cómo su tienda de textiles era incendiada y sus caballos pintados con dianas; y él mismo hizo la carrera de Sociología en Deusto leyendo en la pizarra amenazas que tardaban en ser borradas.
En este contexto tan convulso, este afiliado al PP desde los 18 años ha fraguado su ideología política, alineada con el sector más duro del partido, fiel al espíritu de María San Gil, crítica ahora con la renovación que ha impuesto Antonio Basagoiti. Presidente de las Nuevas Generaciones del PP vasco en 2000, un año antes inició su carrera como único concejal de su partido en Llodio, donde la mayoría municipal se repartía entre abertzales y PNV.
Precisamente su permanente discurso visceral, en el que Abascal demoniza al nacionalismo por independentista, le relegó al séptimo puesto en las listas del PP por Álava en las autonómicas vascas de 2009; de paso, perdió su escaño, que mantenía desde 2005, ya que salieron elegidos los seis primeros. Consciente de que había perdido el respaldo de la nueva dirección, Abascal, empeñado en endurecer las condiciones para dar el apoyo al Gobierno de Patxi López, ha multiplicado su actividad en Madrid, donde es tertuliano en la Cope.
Con su elección para un cargo público en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre repite el gesto que tuvo en 2005 con Gotzone Mora, entonces afiliada al PSE-EE, de donde fue expulsada en 2008 por pedir el voto para el PP tras criticar a Zapatero por su postura sobre ETA en plena tregua.
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