El Nobel merece a Ferrer
De abajo hacia arriba, como hizo el propio Vicente Ferrer, se está construyendo la candidatura de su fundación para el Premio Nobel de la Paz. Más de 80.000 personas han utilizado ya la red social de Internet Facebook reclamando el galardón para el legado de este catalán, que construyó una especie de Estado dentro del Estado indio para facilitar agua, comida, sanidad, educación, vivienda y, en definitiva, una existencia digna a 2,5 millones de personas.
Este visionario, jesuita y anarquista en su juventud, hizo un día las maletas, dejó su vida cómoda en Barcelona y aterrizó en la India en 1955. Allí se quedó para siempre. Allí murió el pasado año. Convencido de que la pobreza se puede erradicar y armado de un impulso irrefrenable y gran sentido práctico, su fundación ha construido cientos de escuelas, 17 clínicas y 30.000 viviendas. En la región india de Anantapur, donde la fundación ha trabajado todos estos años, se han plantado 2,8 millones de árboles y maduran las naranjas, los melones y los tomates donde sólo había yermo. Las mujeres y, en general, los miembros de la casta inferior de los dálits tienen ahora nombre propio y una vida mejor.
Todos estos asombrosos logros le sirvieron a Vicente Ferrer las distinciones más prestigiosas, entre ellas el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Pero nunca consiguió el Nobel de la Paz. Por tres veces fue candidato y por tres veces el Parlamento noruego lo desestimó. En los últimos años, mandatarios e instituciones diversas se han llevado el gato al agua. Barack Obama ha sido el último y polémico premiado.
Le han precedido Martti Ahtisaari, ex presidente finlandés y enviado de la ONU para Kosovo, y Al Gore, vicepresidente con Bill Clinton y ahora cotizado apóstol contra el cambio climático. ¿Tendrá la Fundación Vicente Ferrer alguna posibilidad de abrirse paso entre tanto VIP?
En la plataforma ciudadana independiente que apuesta por la fundación también hay algunos VIP, pero es sobre todo una marea humana convencida de que la fundación, cuya continuidad garantizan su viuda Anna Ferrer y uno de sus hijos, Moncho Ferrer, merece el Premio Nobel de la Paz. ¿O es al revés?
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