Un drama épico, no una tragedia
Olvídense de los rechazos y la semántica: la Unión Europea ayudará a Grecia a afrontar sus problemas financieros porque no tiene elección. Ésa es la realidad política. Tanto si la ayuda se presenta en forma de préstamos bilaterales de los países del euro como si proviene de facilidades especiales que son posibles de acuerdo con los tratados existentes, ha quedado claro que Atenas no se quedará en la estacada. Sin embargo, los nerviosos mercados no parecen estar convencidos y han hecho que el diferencial de los bonos soberanos registrase máximos históricos estos dos últimos días.
Parece que los inversores están tomándose al pie de la letra las protestas oficiales en el sentido de que Grecia debe afrontar sus problemas (y sin duda lo hará). Es probable que la febril partida de póquer se intensifique estos próximos días, y posiblemente hasta mediados de febrero cuando los líderes de la UE examinen minuciosamente el plan griego para reducir el déficit. Alrededor de la humeante mesa se sientan Grecia y el resto de los líderes europeos que quieren asegurarse de que se ejerce la máxima presión -no mortal- sobre Grecia, para que tanto su Gobierno como sus ciudadanos entiendan lo radical que debe ser el cambio. Los mercados no están seguros de quién está engañando a quién y se muerden frenéticamente las uñas a medida que suben las apuestas.
Los inversores están poniendo a prueba los límites de la solidaridad de la zona euro y están retando a los países miembros a que atajen el problema de sus disparados déficits. Grecia es el primer eslabón y el más débil, al que podrían seguir, por ejemplo, España o Portugal. Pero la UE, Grecia incluida, es partidaria de enviar el mensaje de que la fortaleza resistirá, y que no le importa debilitar el euro, lo cual contribuiría a impulsar las exportaciones.
Es probable que la deuda soberana griega se exponga a violentas oscilaciones en las semanas previas a la reunión del Ecofin de febrero. Grecia, con unas estadísticas fraudulentas, la corrupción y una evasión de impuestos generalizada, tiene sin duda graves problemas locales, pero los mercados quieren garantías creíbles de que los gobiernos europeos harán lo necesario para afrontar sus déficits y los problemas relacionados con la deuda a largo plazo. En este sentido, el recrudecimiento del drama griego no sólo afecta a Grecia.
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