Un chico diferente

Marcel Granollers, vencedor ayer del francés Mathieu (doble 6-4), es un tipo "diferente". "Como todos los pericos", suele decir el barcelonés, de la generación de 1986, la de Nadal. Gran seguidor del Espanyol, lleva años cargando con la mochila del tenista humilde, compartiendo gastos de viaje y entrenador con el sonriente Óscar Hernández y esperando su momento. Llegó este año, en Houston. Derrotó en la final al estadounidense Blake, entonces número ocho. Y ahí, lanzándose a la piscina del club, comenzó el camino que le ha llevado a jugar hoy contra el francés Tsonga en la segunda ronda. Venció Granollers, lo que no consiguieron ni Fernando Verdasco ni Carlos Moyà, y al entrar al vestuario quizá vio a Bjorkman. El sueco miraba una de las paredes de la zona de jugadores, de la que penden noticias del máximo interés. El ruso Davydenko ha sido absuelto de cualquier amaño, pero la lucha contra las apuestas sigue viva.

La ATP anunció que estudia prohibir la entrada a sus torneos de 15 apostadores que aprovechaban el retraso de 20 segundos entre los marcadores y la información que llega a las casas de apuestas. Los organizadores del madrileño fueron informados del número de sus tarjetas de crédito para evitar que compraran entradas. Gerard Tsobanian, director general del Masters, notificó que era frecuente que los apostadores intentaran acreditarse como periodistas. Por primera vez en siete ediciones, los informadores deben firmar un documento comprometiéndose a no apostar. Como los jugadores y los técnicos.