Oleadas de ingenio

Hay películas que, a primera vista, apestan a espionaje industrial o a la lujuria fotocopiadora de los despachos de Hollywood, pero su visionado acaba delatando al crítico como paranoico: Locos por el surf, dirigida por dos animadores bregados respectivamente en Pixar y en los estudios Disney, quizás tenga algo de exploit de Happy Feet (2006), con el surf ocupando el puesto del claqué en el repertorio de habilidades palmípedas, pero sus coordenadas formales y conceptuales logran levantar una cortina de humo capaz de camuflar, hábilmente, dicha eventualidad.

Locos por el surf adopta la forma de un falso documental y saca considerable partido de la retórica de la cámara en mano, la declaración dubitativa, la presunta imagen de archivo, la toma falsa y el off the record. Los amantes del surf y su mística encontrarán que, en este insólito (y tardío) efecto colateral de El gran miércoles (1979), los creadores no hablan por boca de ganso e intentan cuidar el detalle de una subcultura tan llena de inesperados matices como este presunto título menor de la cartelera veraniega.