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Columna
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Capital del humor

El rey está desnudo. Está desnudo en Cuenca y está desnudo en Kassel. Siempre ha estado desnudo y mucho nos tememos que no se va a vestir, y menos en verano, y menos todavía en la estupefaciente Documenta de Kassel, donde todo cornudo del viejo arte moderno que se precie llega con su acreditación y su PDA. La cosa tiene gracia, aunque en el gremio de las artes plásticas no abunda eso que llaman sentido del humor (por contra, para compensar, tampoco abunda el sentido del ridículo).

El hecho es que los servicios de limpieza de Kassel destruyeron la semana pasada una obra de arte. Un drama. La obra se titulaba Una milla de cruces sobre el pavimento y su autora es la artista chilena Lotty Rosenfeld. La obra consistía en unas cintas adhesivas blancas pegadas perpendicularmente sobre la línea discontinua de una calle de Kassel. A la artista no le ha hecho ninguna gracia el que sus adhesivos sean despegados por los iconoclastas limpiadores. Ha dicho que se siente "horrorizada". Los limpiadores no han declarado nada y todo el mundo, incluidos los críticos de arte de vacaciones en Kassel, se sonríen y callan.

Es el momento de los humoristas. No de los caricatos (esos, ya lo decía Mihura, no son humoristas, son solo caricatos). A Mihura le dolía la pierna buena cada vez que veía por la televisión a los cómicos que empezaban entonces a proliferar. Escribir sobre o acerca del humor quizás nos lo mejore. Es cuestión de probar. A lo mejor por eso un grupo de libreros y editores bilbaínos pretenden que la ciudad albergue una especie de semana del humor literario a imitación de la semana negra de Gijón. A ver si hay suerte y cuaja (con permiso de Kassel). A una ciudad como Bilbao, tan alejada de los circuitos literarios y con inmerecida fama de adustez, le vendría muy bien colocarse en el mapa literario empleando el humor como pretexto. Toda literatura es humorística o, mejor dicho, la gran literatura es humorística. Cervantes es un genio del humor. Kafka (lo contaba Max Brod) se partía de risa mientras leía en voz alta el primer capítulo de El proceso.

Tenemos al 27 del humor, la otra generación del 27 en la que están Mihura, Jardiel, Tono, López Rubio y Neville (además de una lista de grandes dibujantes como Bon y K-Hito). De aquellos humoristas que le siguen el rastro a Camba (Julio), Wenceslao (Fernández Flórez) y, sobre todo, Ramón (Gómez de la Serna) van a beber después artistas como Luis García Berlanga y, echándole más hilo a la cometa, movimientos de vanguardia como el postismo de Carlos Edmundo de Ory. Postista es la poesía de Gloria Fuertes, llena de humor y gracia. Hay que tener ingenio, genio e ingenuidad para escribir un poema, dijo Gloria. El más grande poeta de Bilbao, Blas de Otero, tenía las tres cosas. Hay un humor bilbaíno soterrado, un bilbaíno humorista que no tiene que ver con el jatorra ni con el chirene, sino más bien con cierta ironía británica, quizás porque, como observa Juan Carlos Eguillor, Bilbao es una mezcla de Barakaldo y Londres. También dice Eguillor (uno de los más grandes humoristas que ha dado este país) que Bilbao se parece a Franz Kafka. Y, como siempre, acierta. Debajo de las planchas de titanio está Kafka pensando en su padre (y quizás en la madre de su padre).

El humor, escribe Mihura en 1962, "es una postura comprensiva hacia la humanidad. Es estar de vuelta de todo y perdonarlo todo. Un resentido no puede ser un humorista. No es reírse de nadie, ni reñir a nadie, sino tener para todo una sonrisa cariñosa de indulgencia, de comprensión y de piedad". Se ha dicho que Mihura se adelanta veinte años y un día al teatro del absurdo, pero más importante que eso es que entiende el humor como un puente hacia el otro. El humor desactiva lo sagrado, lo cursi, lo afectado y solemne. El humor pone la vida boca abajo y, al hacerlo, nos ofrece su lado verdadero. Nos enseña que el rey está desnudo. Nos descubre el lado estúpido de la realidad. El poeta que pierde el sentido del humor acaba escribiendo himnos (pienso en Pablo Neruda y en Pemán, no sean suspicaces). Ojalá cuaje, en fin, lo de Bilbao ahora que los Ayuntamientos se han constituido. Un genial humorista, Kurt Vonnegut, decía que "el verdadero terror es levantarse una mañana y descubrir que tus compañeros de Instituto están gobernando el país". ¿Por qué me habré acordado de esta frase?

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