Un tridente de nuevo letal

Y el Calderón, ya con el cuarto gol de Ronaldinho, se rindió y acabó aplaudiendo la abrumadora superioridad del Barça. Presionado por la victoria del Madrid, el equipo de Rijkaard recuperó a lo grande la senda del gol. Nada, además, como un histórico 0-6 para levantar su maltrecha autoestima. Los azulgrana no ganaban un partido sin sufrir desde que golearon en marzo en Huelva (0-4) y hay que bucear en las hemerotecas para dar con un resultado de tenis en un estadio tradicionalmente difícil para los azulgrana. Es difícil explicar una reacción así porque desde la cita en el Nuevo Colombino, el Barça había vivido un suplicio. Reducido de pronto a un equipo pequeño, precisaba, ante el estupor del Camp Nou, mil ocasiones para ver puerta. Y, fuera, todo era un desierto. Anoche tenía todo la misma pinta hasta que, en los últimos siete minutos de la primera parte, con una eficacia letal, logró tres goles.

Todo fue muy deprisa. Parado desde su gol planetario ante el Getafe, el imprevisible Messi combinó con Eto'o para meter el primero; Zambrotta, después, a pase de Thuram, marcó un golazo y, por último, anotó Eto'o, tras un contragolpe dirigido por Ronaldinho y Deco. El Barcelona cerró el partido y luego ya se paseó ante un triste Atlético. Todo ayudó. Rijkaard recuperó el dibujo original que tantos éxitos le dio al alinear a Edmilson (Márquez sigue magullado) como medio centro y situar como volantes a Deco y Xavi. Iniesta fue el sacrificado. Con ese esquema, el tridente, tan añorado desde que se quedó sin Eto'o y Messi por lesión, funcionó de perlas. Y volvió el Barça de siempre. El africano lleva 11 goles -ha sumado siete desde que regresó en febrero- y el argentino, 10 -siete desde su vuelta-. Con el último gol de Messi, el 0-5, la hinchada rojiblanca empezó a desfilar. Los que quedaban cuando Iniesta marcó el 0-6 despidieron al Atlético con una gran pitada.