El calor de los pueblos frente al frío de la ciudad

La Vuelta Ciclista al País Vasco se integra en la UCI-Pro Tour, junto con la Vuelta a España, la Clásica a San Sebastián, que se celebra en el mes de agosto, y la Volta a Cataluña. Pero la organización de una prueba ciclista es una tarea cada día más complicada. Este deporte sufre como ninguno las consecuencias de la crisis del dopaje, y sobreponerse a ellas requiere de una gran imaginación.

El coordinador general de la ronda, Jaime Ugarte, confía en que el cierre del sumario de la Operación Puerto suponga un "borrón y cuenta nueva" para el ciclismo, pese a que el último equipo de Jan Ullrich antes de retirarse, T-Mobile, haya solicitado su reapertura. "Los organizadores nos hemos visto muy perjudicados, cuando nosotros no tenemos nada que ver. Solo procuramos ofrecer el mejor escenario posible para los artistas. Hemos notado dificultades a la hora de los patrocinios", lamenta el responsable.

Ugarte valora también la positiva imagen que ofrece la Vuelta en el exterior. "El circuito ProTour de la UCI nos calificó con un 100 sobre 100. Estamos en un nivel bastante aceptable. Lo cierto es que copiamos mucho a los buenos, como el Tour, y nos fijamos también en lo que no debe hacerse", indica, antes de apuntar un inconveniente que deja también sus ventajas.

"No contamos con grandes avenidas para realizar finales de meta extraordinarios y la única capital por la que pasa la Vuelta es Vitoria. Pero nos gusta más ir a los pueblos. En las ciudades no se recibe el mismo calor que en los sitios pequeños. En los pueblos, todo el mundo se vuelca y colabora".

El surgimiento de una sexta etapa el año pasado, por imposición de la UCI, ha conseguido alimentar aún más el interés por la carrera allá por donde pasa. "Nos ha venido muy bien. Todos nos dicen que lo mantengamos así, y eso es lo que queremos, pero siempre con un final que sea a modo de contrarreloj", concluye. Al final, todo acaba ahí.