Los precios políticos
Es evidente que la estrategia de tierra quemada del PP resulta eficaz y acabará contaminándonos a todos. Incluso EL PAÍS y la mayoría de sus columnistas ponen un exquisito cuidado en no significarse demasiado y en aparentar ecuanimidad, subrayando con insistencia machacona "los errores" del presidente y del Gobierno, cosa que no se había hecho nunca antes en la política antiterrorista española.
¿Han sido esta vez mayores los errores cometidos, o se trata de calmar a la fiera con algo de carnaza? Se llegan a asumir como verdaderos, además, algunos argumentos falaces esgrimidos por el PP. En el editorial del día 16 de enero se dice que en el debate del día anterior "faltó que Zapatero ofreciera a Rajoy una explicación de los motivos que le llevaron en su momento a renunciar a un aspecto esencial de aquel pacto [el Pacto Antiterrorista]: la negativa a negociar con ETA". ¿Dónde está recogida, en el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, esa negativa? En ninguna parte. ¿Han leído el articulado del Pacto los editorialistas? Se dice únicamente que: "El diálogo propio de una sociedad democrática debe producirse entre los representantes legítimos de los ciudadanos", pero en ningún momento se cierra la puerta a que se negocie, o se dialogue, o se establezcan contactos con ETA de cara a acordar medidas penitenciarias y de reinserción, que, mientras no se demuestre lo contrario, es lo único que este Gobierno (como el anterior) ha intentado.
¿O sostiene implícitamente el editorial que hubo otro tipo de negociación, que sí habría sido contraria (esa sí) a un aspecto esencial del pacto? Sería desolador que el fin de la violencia tuviera un precio político, pero casi igual de desolador está siendo que quien ha hecho de la mentira, la tergiversación, la doble moral y el insulto sus únicas armas, obtenga un beneficio electoral por ello. Eso también es un precio político infame.
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