Dos veces campeón

No es fácil proclamarse campeón del mundo de fórmula 1 en dos años consecutivos. Sólo lo habían conseguido siete corredores en la historia del campeonato -Schumacher, Häkkinen, Senna, Prost, Brabham, Fangio y Ascari- y, desde ayer, un octavo, que es el piloto español Fernando Alonso. También fue en Brasil donde consiguió finalmente el campeonato de 2006, en el mismo circuito en el que en 2005 culminó su primera hazaña. No se trata pues de un hecho esporádico, atribuible a la suerte propia o a los errores de los competidores. Por el contrario, Alonso ha conseguido su segundo triunfo después superar contratiempos de variada naturaleza y la tenacidad de un rival, Michael Schumacher, que hasta la penúltima carrera tuvo oportunidades de triunfo.

Para la sociedad española, el segundo campeonato de Alonso es un espejo en el que puede apreciar algunas de las virtudes ganadas o descubiertas en los 30 años de democracia: gran profesionalidad, gusto por el trabajo en equipo -la fórmula 1 es un deporte en el que el piloto recoge los beneficios del estrellato, pero triunfa todo un equipo de técnicos y estrategas que forman la escudería-, desinhibición frente a la alta tecnología y, por supuesto, cooperación internacional. Es un perfil bien distinto del que se apreciaba en épocas anteriores, en las que no faltaron las individualidades brillantes, pero se echaban de menos la continuidad y los equipos.

Alonso cambiará de escudería para la próxima temporada. Correrá en MacLaren y tendrá la oportunidad de demostrar su talento para conducir y su profesionalidad con otro equipo, otras estrategias y otras características tecnológicas. Un paso que dará con absoluta naturalidad en nombre, precisamente, de la profesionalidad.