Kanouté cubrió la publicidad y destapó todo su talento
Frederic Kanouté saltó al campo con la publicidad de su camiseta tapada con esparadrapo. Se supone que por sus férreas convicciones religiosas -es musulmán practicante- le resulta incómodo anunciar una casa de apuestas. A Kanouté lo que le llena de verdad es jugar a fútbol como lo hizo ayer:marcó un gol y desesperó a la zaga barcelonista. "Tuve suerte. Marqué al final de la primera parte y eso hizo daño, cambió el partido", reconoció el fornido delantero del Sevilla: 192 centímetros de potencia y talento.
De su padre, un mecánico que emigró a Francia desde Malí mediada la década de los 70, heredó la pasión por el fútbol que le llevó a llenar la habitación de su casa en los arrabales de Lyón, donde creció, con fotos de Maradona y del ghanés Abedi Pelé, sus ídolos de infancia.
Kanouté también jugó la noche del 13 de mayo de este mismo año, la última vez que el Barcelona había encajado tres goles. Fue en el Sánchez Pizjuan, se jugaba un partido aplazado por culpa de un diluvio y faltaban muy pocos días para que el Barça -que ya era campeón de Liga- se midiera al Arsenal en la final de la Champions en París. Aquel día Frank Rijkaard dejó en casa a sus estrellas. Ayer las puso a todas sobre el campo, pero de nada le sirvió. Se lo temía el holandés: "Contra el Sevilla siempre sufrimos".
El equipo andaluz fue mejor porque casi todo lo hizo mejor. Hizo más faltas, tiró más veces a puerta, lanzó desde la esquina en mayor número de ocasiones, robó más pelotas en el centro del campo... en fin, que fue superior al Barça en todas las estadísticas. Incluso en la que decide los partidos, en los goles. Fueron tres, algo prácticamente inaudito la pasada temporada.
El Barcelona no perdía por tres goles a cero desde el 9 de enero del 2005, contra el Villarreal. La pasada temporada, además, sólo encajó tres goles en tres partidos de Liga. Contra el Deportivo, en Riazor, contra el Sevilla y ante el Athletic, cuando la Liga ya estaba decidida, jugando con un equipo repleto de canteranos y suplentes.
Kanouté avisó de lo que el Sevilla era capaz de hacer ante el Barcelona la víspera: "Estamos más frescos que ellos. Vienen de jugar tres partidos consecutivos y lo hemos de aprovechar". El delantero nacido en Lyón pero que defiende los colores de la selección de Malí, la tierra de sus padres, sabía cómo hacerlo, tenía una receta perfecta: "No podemos cometer errores o vendrá Ronaldinho y lo pagaremos". Y no fallaron.
El Sevilla jugó el partido soñado y al despertar, la Supercopa era suya. También de Kanouté, que cubrió la publicidad y destapó todo su talento.
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