Un trabajo arriesgado y bajo sospecha
Las brigadas defienden su trabajo frente a las acusaciones contra alguno de sus miembros
La detención el pasado domingo de un miembro de las brigadas contraincendios forestales de la Xunta por ser sospechoso de quemar el monte gallego ha sembrado dudas sobre el trabajo de este colectivo de trabajadores. En los últimos días se han dado casos de insultos y presiones de algunos vecinos a los brigadistas, pero éstos defienden su inocencia. "Es muy triste que te dediques a apagar fuegos y te llamen pirómano; es como si a un médico le culpan de asesinato", afirma Nacho Penela, técnico forestal de 33 años.
La mayoría de gallegos les apoyan, pero Penela reconoce que se ha instalado en el ambiente la idea de que todos son sospechosos mientras no se demuestre lo contrario. Un compañero suyo, Roberto Jorge, opina que las declaraciones de determinados responsables de la Administración también les perjudican: "Los políticos deberían explicar que detener a un bombero pirómano no significa que todos lo seamos".
Además del personal de la Xunta, los ayuntamientos tienen sus propias cuadrillas antiincendios. En Galicia se especula con que detrás de ciertos fuegos esté la mano de ex miembros de las brigadas locales. Esta temporada muchos se han quedado fuera como consecuencia del cambio en el sistema de reclutamiento de la Consejería de Medio Rural. "Antes se ocupaban esos puestos de forma caciquil; ahora funciona mejor", señala Penela. Este brigadista no habla de las posibles venganzas de quienes se sienten desplazados, pero cree que existe un problema laboral. En las cuadrillas municipales cobran la mitad que ellos. "Los puestos los ocupan gente muy poco cualificada", asegura.
El personal de extinción reclama mejoras. Ayer tenían prevista una jornada de huelga que desconvocaron para "calmar la situación y no ponerse en contra a más gente". Los bomberos de monte proponen aislar socialmente al "incendiario". Así se acabaría con las dudas que algunos tienen sobre ellos. Pero en este momento les toca defenderse. "¿Cómo vamos a provocar el fuego, si trabajamos más y cobramos lo mismo?", preguntan para intentar dejar clara su inocencia. Sólo tienen un deseo: "Que no nos vean como héroes, pero tampoco como villanos".

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