Una mano para salvar el último frontón
Trinidad Jiménez quiere recuperar para Chamberí la vetusta cancha del Beti Jai
La líder socialista Trinidad Jiménez inició ayer con vigoroso saque la última mano de un retador partido de frontón. Su rival designado, el equipo municipal de Gobierno. El escenario del torneo era el Beti Jai, el último de los 22 históricos juegos de pelota con los que Madrid llegó a contar en el siglo XX y que hoy languidece en un lamentable estado de abandono, pese a gozar de la máxima protección urbanística.
Si Trinidad Jiménez gana la partida, asegura, recobrará para Chamberí la única instalación deportiva de titularidad municipal con la que cuenta el céntrico distrito residencial. Si la pierde, dice la líder socialista, el desdén mostrado por el PP ante este asunto propiciará la ruina del frontón, único en Europa, y sus 4.000 metros cuadrados de superficie serán pasto seguro de la especulación.
El Beti Jai, que en euskera significa 'Siempre fiesta', data de 1893 y se despliega a cielo abierto a lo largo de unos 100 metros de longitud por unos 40 de anchura, en el interior de una manzana residencial de la calle del Marqués del Riscal, 7. Su fachada es un catálogo de estilos ornamentales del siglo XIX, con predominio del neomudéjar madrileño, de gran pureza. Su estructura interior se dispone en cinco pisos, tres abalconados, con fustes metálicos atornillados que miran hacia la que fuera, hasta 1919, una espléndida cancha para el juego de pelota, empleada también en pruebas de hípica. Fue obra de Joaquín Rucoba, autor del teatro Arriaga de Bilbao y la plaza de toros de Málaga.
El equipo de Trinidad Jiménez propondrá al Pleno Municipal del 31 de enero que el Área de Urbanismo compre el frontón a la sociedad propietaria, a quien achaca desidia en la conservación que exige todo Bien de Interés Cultural. También el parlamentario Antonio Chazarra quiere que la Asamblea apadrine la recuperación de esta cancha, decana de los recintos deportivos de Madrid.
Si Beti Jai, convenientemente restaurado, logra mantener su uso público y deportivo, serán todos los madrileños quienes ganarán la última mano de la partida -iniciada años atrás por el Colegio de Arquitectos y algunos amantes de este deporte- para recobrar un patrimonio en peligro.
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