Dotes de la canciller
El acuerdo entre democristianos y socialdemócratas alemanes para formar un Gobierno de gran coalición bajo la dirección de Angela Merkel es, dados los resultados electorales, lo más razonable. Por primera vez entrará en la cancillería de la nueva Alemania no sólo una mujer, sino un político proveniente de la extinta Alemania comunista. Puede aportar nuevas sensibilidades, aunque es de esperar que no reduzca el compromiso europeo de la nueva Alemania.
Siempre es difícil interpretar la voluntad del conjunto de los ciudadanos a través de las urnas, pero si algo significa que los socialdemócratas hayan aguantado el tirón es que los alemanes aceptan reformas en su sistema socio-económico, pero no quieren que sean drásticas. Merkel tendrá que tenerlo en cuenta. El resto de los europeos esperan que la gran locomotora alemana vuelva a ponerse en marcha. Las exportaciones han mejorado, y ahora el mayor freno es el excesivo ahorro y bajo consumo de los alemanes que dan muestras así de no confiar en el futuro. ¿Disipará la gran coalición estos nubarrones?
Merkel y el canciller saliente Gerhard Schröder eran conscientes de que no podían volver a la ciudadanía y dirimir el práctico empate con unas nuevas elecciones. Debían pactar. Fuera, y en una oposición reducida, quedan Los Verdes, la alianza de izquierda de Oskar Lafontaine y sus disidentes de la socialdemocracia con los poscomunistas del Este y los liberales, el partido más perjudicado, pues la formación de la gran coalición les deja fuera del poder.
Schröder, tras su dulce derrota al cabo de siete años en el poder, ha maniobrado con habilidad para que los socialdemócratas, a cambio de renunciar a la cancillería, obtengan ocho carteras, dos más que los democristianos, y entre ellas casi todas las sociales más algunas de primer orden como Hacienda, Justicia y Política Exterior. El líder de Baviera y sombra de Merkel, Edmund Stoiber, quiere aportar a la de Economía y Tecnología su experiencia en la región de mayor éxito económico de Alemania.
Pactar las líneas generales de reformas en torno a la Agenda 2010 de Schröder también era relativamente sencillo: saneamiento financiero para que Alemania salga de su déficit presupuestario excesivo, lucha contra el paro y flexibilización del empleo, reducción de las exenciones fiscales, revisión a la baja de la sanidad pública y la cuestión federal, con un nuevo reparto de competencias entre los länder y Berlín. Pero más allá de los grandes enunciados las diferencias son grandes. Mantener la gran coalición durante toda la legislatura es todo un reto, que requerirá de Merkel unas cualidades que se le han de suponer, pero se le desconocen.
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