Tres valientes en el ruedo

El primero de la tarde cogió a Encabo como para matarlo. Había pinchado una vez, en todo lo alto, y en el segundo intento el de Cuadri lo prendió en pleno muslo izquierdo. Al soltarlo de tan trágica pirueta, el toro lo ensartó por la espalda. Enganchado el pitón por la parte trasera de la chaquetilla, no hubo manera de soltarse. Con el acero en todo lo alto, se vivieron instantes dramáticos, resueltos sólo con un gran susto. Antes de todo eso, la imagen de un torero en plena sazón. No fue fácil el toro, pero Encabo, fresco y firme, le sacó partido. Con fases incluso brillantes.

La de Cuadri fue corrida de mucho torear. Nada fácil. Exigente. De impecable presencia. Cumplidora en varas, midió mucho a los toreros, sobre todo en banderillas, y acabó por desarrollar sentido en la muleta. La faena de Encabo al cuarto fue menos lucida y más lidiadora. Sin renunciar a nada. El segundo no pasó y El Renco se estrelló con él. Al quinto, de gran presencia, se sacó los muletazos uno a uno, exponiendo y siempre con actitud muy digna. Un valiente, Serafín Marín. Al tercero lo metió en la muleta en una demostración de fuerza. El sexto desarrolló mucho sentido y la faena se convirtió en una pelea, en la que sorteó coladas muy peligrosas.