Dos fiscales de Roma abren una investigación por homicidio agravado

La investigación judicial italiana sobre la muerte de Nicola Calipari se paralizó ayer unas horas, durante la ceremonia fúnebre. Inmediatamente después, los fiscales romanos Franco Ionta y Pietro Saviotti, que el sábado abrieron un sumario bajo las hipótesis de "homicidio agravado" y "tentativa de homicidio" por parte de desconocidos -Estados Unidos no ha facilitado los nombres de los soldados implicados en el tiroteo-, se reunieron inmediatamente después del entierro para designar un grupo de expertos en balística.

La primera función de los técnicos consistirá en examinar el automóvil en que viajaban los dos agentes secretos y la rehén recién liberada -la posible presencia de un tercer agente, supuestamente herido grave en el pulmón, seguía envuelta en el misterio- para calcular el número de balas disparadas y la trayectoria. El coche permanecía aún en Bagdad, vigilado por policías italianos para evitar manipulaciones, y debía ser trasladado a Italia antes del fin de semana.

Los fiscales tenían ya en su poder el teléfono móvil que utilizaba Nicola Calipari y analizaban las llamadas efectuadas y recibidas antes del incidente. El móvil del otro agente, un mayor del Cuerpo de Carabineros cuyo nombre se mantenía en el anonimato, era esperado para hoy.

No existían grandes esperanzas de cooperación por parte de Estados Unidos. Las requisitorias enviadas a las autoridades estadounidenses en Bagdad tras el asesinato de Enzo Baldoni, en las que la Fiscalía de Roma reclamaba algunos datos, jamás fueron contestadas.

En 1998, cuando un avión militar estadounidense en vuelo rasante cortó los cables de un funicular en una estación de esquí italiana y causó la muerte de 20 personas, una comisión parlamentaria exigió el juicio de cuatro marines, pero Washington no lo permitió y no impuso ninguna sanción a los implicados. El objetivo de los fiscales en este caso se centra en descubrir hasta donde sea posible lo que ocurrió.