Nueva cosecha

La Primera Muestra de Compositores Jóvenes del CDMC ha servido para ver cómo está la generación que viene tras los que, siendo todavía bien jóvenes, son ya maestros de una nueva hornada. No es fácil aparecer después de una cosecha como la que hoy disfruta la creación musical en España, matar a los padres, eludir o soportar las comparaciones, ser uno mismo y sentirse, al menos, moderadamente considerado. Pero ahí está el esfuerzo de todos, las ganas de hacer las cosas bien, de dar continuidad a una realidad que no ha llegado por casualidad. Falta, quizá, algo de personalidad, sobra, también, algo de cautela. ¿Miedo a la libertad? Eso es lo que supo perder la generación anterior a ésta al levantar la voz sin complejo alguno.

Cinco compositores, todos nacidos en Madrid, se exponían al juicio público con cinco obras que eran estreno absoluto. Carlos Perón (1976) ha sido alumno de David del Puerto y tiene detrás una obra ya muy considerable. Su Miradas-Alfa revela un muy buen control del material sonoro. Hermes Luaces Feito (1975) habla también, como Perón, de "gesto" al referirse a su música, de impulso, y de ahí seguramente la frescura que muestra su Octeto. Mario Carro (1979) ha trabajado con Jesús Torres y su Septeto posee el atractivo de unir la ambición expresiva y el rigor formal. Lo más interesante llegó en la segunda parte del concierto, con las obras de Eduardo Lorenzo Prieto -de quien no se nos dice la fecha de nacimiento en el programa- y José Minguillón (1979). Son, claramente, los dos más hechos, los que poseen un lenguaje más personal y los que han seguido una trayectoria más exitosa hasta la fecha. De Hexaimago, de Lorenzo Prieto -que ha recibido lecciones de mucha y muy buena gente-, tiene algo que parece aridez al principio pero que luego se transforma en concisión weberniana, en análisis de una materia sonora que acaba por ser altamente expresiva. Il pleut encore, de Minguillón -alumno de García Abril, López López, Sotelo y Sánchez Verdú-, es una pieza muy atractiva que quiere ser música pura, que niega en los comentarios que la acompañan cualquier posibilidad de esa impresión que, quiera o no, termina por causar en el oyente. No habrá trama ni moraleja pero hay buena mano, que no es poco.

Proyecto Guerrero fue una vez más estupendo traductor de nuevas músicas bajo la dirección de ese maestro claro, preciso y generoso que es José Luis Temes.