Benítez riza el rizo de las rotaciones

Se jugaba la Liga el Valencia, pero eso no evitó que su entrenador, Rafa Benítez, siguiera a rajatabla su política del reparto de esfuerzos, aún a costa de alinear a jugadores con los que confía poco: Oliveira, sobre todo. Siendo uno de los menos valorados por el técnico, las participaciones del delantero brasileño, aunque escasas, han resultado decisivas: su velocidad le ha proporcionado ocho goles en tan sólo 12 partidos de titular. Ayer anduvo muy gris, cierto, pero una arrancada suya propició el penalti que después transformó Jorge López, otro de los que, sin contar mucho para el entrenador, se encontró de cara con una cita que podía ser vital para el desarrollo del campeonato. Marcó su cuarto tanto actuando como media punta, una posición que sólo una vez este curso, ante el Racing en Mestalla, había ocupado antes. Venía ejerciendo de interior derecho, demarcación que pisó anoche Angulo, que venía a su vez jugando de delantero. Parecido puede decirse de Garrido, lateral derecho casi todo el ejercicio salvo ayer y en Burdeos ante el Girondins: en ambas ocasiones cubrió en la izquierda la baja de Carboni.

El Valencia había disputado el jueves la ida de la semifinal de la Copa de la UEFA ante el Villarreal en El Madrigal (0-0), y, respecto a ese equipo, sólo repitieron ayer Cañizares, Ayala, Curro Torres, Vicente y Angulo. El resto -Garrido, Jorge López, Marchena, David Navarro, Sissoko y Oliveira- fueron novedades. Y lo notaron. Estarían más frescos, pero les faltó el ritmo o la calidad de sus compañeros, sobre todo en labores ofensivas.

También porque el técnico envió mensajes constantes de que se conformaba con el empate. De ahí que, sin crear una sola ocasión de gol en toda la segunda parte, Benítez apenas tocara nada en orden ofensivo. O al menos nada relevante como para cambiar el ataque de su equipo. Baraja, por ejemplo, no entró hasta el minuto 80, mientras que Mista, el máximo goleador del Valencia, ni siquiera dispuso de unos minutos.