La pérdida de peso económico en España como telón de fondo

Habría que remontarse a los ochenta para recordar unas elecciones catalanas en las que el empresariado hubiera tenido tanto protagonismo como el que adquirió en las del 16-N. La pérdida de liderazgo económico español de Cataluña ocupó un lugar preeminente en el debate electoral.

Desde 1995, esta comunidad ha recortado algo más de medio punto su peso relativo en la riqueza española, para quedarse en un 18,4%. Frente a su papel motor del pasado, compartido con Madrid sólo en los noventa, la renta per cápita de Cataluña (101% de la media comunitaria) ha visto cómo le sacaban ventaja Madrid (112%), Navarra (107%), Euskadi (105%) y Baleares (103%).

Aunque respecto de las comunidades menos desarrolladas Cataluña continúa muy bien situada, existe inquietud por el futuro. La riqueza de Cataluña -basada en buena parte en una industria en declive (3,7% de crecimiento) expuesta a deslocalizaciones y coja en actividades de mayor valor añadido y en servicios (2,5%)- ha crecido en los últimos siete años un 2,8% de media anual, frente al 3,4% de la economía española. Y la locomotora de las exportaciones pierde gas.

Así que los empresarios, más allá del cortejo de los políticos y de las advertencias desde el Gobierno del PP contra la presencia de los republicanos de ERC en el Ejecutivo, salieron de su marcada prudencia para exponer sus exigencias: superar un modelo económico agotado, más inversión pública en infraestructuras, un salto adelante en I+D y rechazo de lo que consideran un mapa económico radial y centralizado.